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sábado, 23 de abril de 2016

¿Cuál era el objetivo del Filósofo Descartes?

 Descartes y Su Discurso del Método

Por: Arias Familia, Manuel



 La filosofía moderna comienza con Descartes, dicen algunos analistas. La búsqueda de lo verdadero, era un objetivo de este pensador. Por eso, veremos  en este texto, como el pensador francés comienza en la duda, luego reconoce  la verdad de su existencia, en seguida a Dios como ser superior y a los demás en función de Dios como causa de ellos. Es decir, como fundamento del ser individual y de los demás seres. En otras palabras, causa de sí y de los demás.
El filósofo racionalista  René Descartes, considerado el primero de la época moderna,  para desarrollar sus ideas filosóficas partió de la duda. Las razones para partir de ese elemento, las deja claras en sus escritos. Además, el contexto que vive el autor, hace que su pensamiento inicie en la duda. En el tiempo que vivió este, había una variedad de ideas, pero pocas eran probables. Por eso, él se lanza a buscar la verdad.
El pensador intenta organizar el mundo, porque ve que las ideas que había leído, eran magnificas, pero pocas eran demostrables. Es por tal motivo, que este le interesaba llegar a lo verdadero. Porque los doctos que supuestamente tenían la verdad, se contradecían unos con otros. Por eso, el comienza a sospechar de todo, sospecha de lo que lee, de lo que dicen, del mundo mismo. Esa sospecha lo motiva construir un método propio para la búsqueda de lo real, de lo verdadero.
Descartes en su incertidumbre reconoce que puede dudar de todo, que puede dudar de la vida, de los otros, de lo que ve, de lo oye, en fin de todo lo externo. Sin embargo, no puede dudar de que el mismo exista. Esto porque es el ser que está realizando la acción de dudar. Esto implica que es real su persona. De manera que toda duda es aceptable,  menos la duda acerca de su existencia individual.
Descartes al reconocer su existencia como verdadera, logra encontrar una verdad fundamental. Este hecho no lo detiene y continúa buscando. En esa búsqueda se da cuenta de que no tiene explicación de su misma existencia. También puede darse cuenta de que el mismo no puede ser causa de sí. Por tanto, postula la existencia de un ser superior a él. Este ser es causante de su existencia. (Descartes, 2005,17)  Aunque Descartes postula un ser superior a él, deja implícito que el yo, es más firme que Dios mismo.
El planteamiento del filósofo francés acerca de Dios como fundamento de su existencia, es también la causa de la existencia de los otros seres. Es decir, si se afirma que tal ser existe no puede ser fundamento o causa de un solo ser. Por tanto, los demás tienen su origen en ese ser superior a ellos. Porque para ser  causa de estos no puede ser igual o inferior. (Descartes, 2005,18) El carácter que los cristianos le dan este ser es: divino, poderoso, grandioso. Porque es creador de todo, causa de todo. Sin embargo, el Dios planteado por el francés no es el mismo, planteado por los cristianos, debido a que el Dios que propone el filósofo, es apenas superior a él.
A modo conclusivo, podríamos decir que Descartes en su búsqueda, se encuentra con el yo real, o sea la existencia del ser individual, luego con Dios, causa de la existencia de ese ser individual y posteriormente con los demás, que tienen también  como causa a Dios. Todo eso lo descubre usando su propio método. Considero al respecto que su método es de gran ayuda, pero que hay detalles que su método no explica. También creo que la idea de Dios está débil, y por tanto no tan segura.  Por eso, se debe seguir profundizando acerca de esto. Porque este método, en mi opinión no llega a la verdad absoluta.


Referencias:

Descartes, R. (2004)  Discurso del Método, Weblioteca del Pensamiento. PDF.


¿El Existencialismo es humanismo o pesimismo?

COMENTARIO SOBRE  LA CONFERENCIA: “ EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO” DE JEAN-PAUL SARTRE
Por: Manuel Arias Familia

¿Qué dice?
El texto: El existencialismo es un humanismo fue  escrito por Jean-Paul Sartre (1905-1980), filósofo, dramaturgo, novelista y periodista político francés, uno de los principales representantes del existencialismo[1]. En este plantea una defensa del existencialismo frente a los ataques que le hacen. Uno de los grupos que ataca a este movimiento es el grupo de los comunistas.  Ellos dicen que el existencialismo es un movimiento con una filosofía  contemplativa. Por tanto, es una filosofía burguesa. Otra acusación que se le hace es que estos ponen acento en el lado malo de la vida.
Frente a todas acusaciones el autor escribe este texto sosteniendo que el existencialismo hay un humanismo. Es decir, que el  existencialismo es una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana. Sartre explica que el ser humano es un ser libre y no solo libre sino que está condenado a elegir, en esa elección no hay Dios. También dice que el ser humano es un ser en proyecto, que la existencia precede a la esencia y que en la vida de este es importante la acción. Es por eso que dice: Lo que dice el existencialista es que el cobarde se hace cobarde, el héroe se hace héroe…esto quiere mostrar que el hombre en su elección se va haciendo. Por tanto el filósofo existencialista solo cree posible la esperanza en la acción y considera que lo que permite que el ser humano exista es el acto.
¿Qué me dice?
El texto me dice que no hay ninguna esencia antes de existencia. Esto es que lo primero que se nos presenta es la existencia. Por tanto, todo lo que se da en la vida humana parte de ese ser arrojado. Con este planteamiento los existencialistas intentan eliminar el concepto universal  de hombre.  Es decir quieren evitar que el hombre sea un ejemplo de  ese concepto. Ellos describen el ser que existe sin caer a una universalidad. Es por eso que en esta filosofía se habla del ser ahí.
Me dice también que los existencialistas hablan de angustia en el sentido de la elección. Recordando que para el filósofo francés la libertad no es solo individual, sino que cuando un hombre elige, elige por los otros hombres. Esto aumenta más la angustia. Ese el sentido de angustia en Sartre.
¿Qué le digo?
Le digo que la filosofía existencialista hace al ser humano tener conciencia de su libertad. Que hace que  descubra que su angustia, lo hace consciente y le describe la existencia tal como es sin pintarle ilusiones. Es por eso que considero que muchos temen leer esta filosofía. Ahora bien, no comparto el ateísmo. Ya que creo que no tendría sentido la libertad sin un ser que de esa libertad.




[1] Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

¿Qué relación existe entre la teoría psicológica de Erick Erikson y su vida?

Relación de la teoría de Erik  Erikson con su vida
El autor no puso su nombre.
Erikson nació en el año 1902 en Frankfurt Alemania. Su madre era una danesa que pertenecía a una acaudalada familia judía.                                         Cuando esta señora se casó, el esposo desapareció de repente de la vida de esta dama. Entonces ella se embarazó de otro hombre y nunca reveló el nombre del mismo. Ella fue enviada a Alemania para evitar un escándalo de tipo social, ya que en ese momento era mal visto un hijo fuera del matrimonio.
En Alemania ella se casó con un pediatra llamado, Theodore Homburger. Por algún tiempo Erikson no supo que este médico no era su padre biológico. A raíz de esa historia de vida, Erikson afirmaba que se crió con inseguridad de identidad psicológica y sin estar completamente seguro de su nombre.
Lo dicho anteriormente, orienta claramente la relación de la teoría de este psicólogo con su vida. Por eso no es raro que este pensador que introduce en la psicología el término Crisis de identidad haya experimentado en su vida, precisamente esa crisis de la que el habla. De manera que, todo aquello que él vivió lo deja claro en su pensamiento y en su teoría.
Incluso en algunos aspectos de  la vida adulta de este teórico, se puede notar también su crisis de identidad.  Ya que estando en los Estados Unidos, adoptó el nombre de Erik Homburger  Erikson. Es decir, su nombre lo conservó solo hasta llegar a la edad de los 37 años.
También en la escuela experimentó esa crisis cuando al ser de origen judío, era rechazado por sus compañeros judíos, por poseer rasgos que no eran propios de judío. Este era alto y rubio. Pero también los compañeros alemanes lo rechazaban porque su madre y su padrastro eran de origen judío.
En la teoría de este psicólogo se muestra la influencia de Anna Freud. Este básicamente sigue la doctrina de Freud, en especial en las etapas o fases. Pero la modifica y la prolonga más allá de la infancia. En cuanto al ello y el yo, le da más importancia al yo, a lo mejor, por su énfasis en la identidad.
El mismo se describía como sensible y neurótico, y su hija a la vez lo describía como inseguro de sí y como un ser necesitado de otros que le dieran seguridad en sí mismo. Esto también se relaciona  con su crisis de identidad. También en las etapas es notable su teoría, al resaltar en la primera, por ejemplo, los elementos de la desconfianza  y la confianza. Ya que, estos elementos son importantes en la personalidad y la identidad.

En fin, en la teoría de este autor su vida queda muy relacionada con el concepto de crisis de identidad que este introduce. Ya que su historia misma perseguía la identidad verdadera. Por eso fue amante de la música y por eso viajó a muchas partes.  Es decir, este pensador encarnó en su concepto, eso que el mismo sentía y buscaba.    

¿Por qué es importante manejar los sentimientos?

El manejo de los sentimientos

Por: Manuel Arias

La vida del ser humano no se define únicamente por el elemento de la razón. Ya que, además de tener razón el hombre y la mujer poseen sentimientos[1]. Es decir en la vida humana esa dimensión que llamamos sentimental es de suma importancia en la vida de las personas. Porque de ella, consideramos el sentir, el pensar e incluso el obrar de los seres humanos.
Los sentimientos suelen tener complejidad, especialmente  a la hora de ofrecer una definición acabada o reducida de estos. Pero se puede decir, que estos son básicamente una reacción o respuesta interna, espontánea y típica del individuo a una situación dada[2]. Es decir, la respuesta que da cada persona a una situación que se la ha presentado es la manifestación clara de lo que siente. Porque una persona puede decir que no se siente celos y cuando ve a su pareja compartiendo con alguien, realmente lo siente. En ese sentido, las palabras que se digan no definirán realmente el ser de esa persona, el ser y la personalidad lo reflejará el sentimiento. Debido a esto, lo que se siente expresa lo que se es, por tanto la mejor manera de conocerse a sí mismo, es conocer los sentimientos.
Además de conocer esos sentimientos, es necesario saber manejarlos. Ya que los sentimientos sin un adecuado manejo suelen ser dañinos. Por tanto, sería recomendable que todas las personas aprendieran a manejar sus sentimientos. Porque en la vida actual del mundo, las personas no saben cómo manejarse en el plano sentimental y por eso cometen locuras guiados ciegamente por su impulso o su mero sentimentalismo.
Porque si bien es cierto que los sentimientos son esenciales en la vida humana, también es cierto que usados de manera inadecuada causan serios problemas. Es por tal motivo que se presentan aquí tres pasos para un adecuado manejo de los mismos:
Lo primero que se debe hacer es advertir los sentimientos, es decir hacerse consciente de lo que se siente en ese momento. Esto quiere decir, que advertir lo que se siente ayuda a manejar de manera adecuada los sentimientos negativos. Esto se hace manera responsable, de modo que no se dé tiempo a herir a nadie.
Lo segundo es evaluar lo que se siente, esto ayuda a restringir la libertad de movimiento que tiene el sentimiento. Si no se hace esto, no se llega a controlar y si no se llega a controlar puede ser de gran peligro. Ya que afecta a la persona misma y a los demás que lo rodean.  En ese sentido, los sentimientos deben ser evaluados de tal manera que no se le permita controlar a la persona, sino que la persona lo controle a  ellos.
Lo tercero es básicamente compartirlos, en esta parte entra la aceptación. Debido a que, toda persona que comparte lo que siente acepta eso que comparte. Además esa persona ama su misma vida como es y se  deja ver tal como es. Recordando lo que se dijo anteriormente, que los sentimientos reflejan de modo más claro lo que se es realmente.
 Con estos tres pasos básicamente se puede llegar a un manejo adecuado  de los sentimientos. Ahora bien, es bueno seguir profundizando acerca de estos. Ya que en la medida en que conocemos nuestros sentimientos, así será la medida de conocernos nosotros mismos, ya que, ellos son el mejor reflejo de lo que la persona es.
Es por eso que consideramos que, ninguna persona  debería andar por ahí, sin conocerse a sí misma, sin conocer sus sentimientos, y peor aun sin conocer la manera de manejarse en el nivel sentimental. Porque en este caso sería difícil para una persona relacionarse y conocerse.  Porque no sabe manejarse a nivel afectivo y  a nivel sentimental.  Además  le resulta  muy difícil controlar el impulso.
 A propósito de lo planteado acerca de los sentimientos, consideramos necesario que la persona pueda conocer a profundidad el modo de manejar lo que siente. Porque en la Republica Dominicana, por ejemplo, hay muchas personas que por no saber manejar sus impulsos y sus sentimientos han fracasado. También  este problema tiene origen en la falta de educación de los sentimientos. Ya que mucha gente ignora la posibilidad de educar a estos.
  En fin, consideramos la importancia de los sentimientos en la vida humana. Además creemos firmemente que estos deben ser manejados. Es decir, el sujeto dotado de ellos, que es en última instancia, el ser humano, debe advertir, evaluar y compartir lo que siente, para de este modo, pueda manejar su vida de un modo adecuado.



[1] Andrés, M., Puedo ser otro y feliz,pag.53
[2] Cfr.54

¿Dónde tiene su base la bioética?

La bioética y su fundamentación


Por: Manuel Arias Ogando

1.1           La ética en la cultura occidental

Para una mejor compresión de la fundamentación de la bioética, se hablará de la ética en la cultura occidental. De manera que comprendiendo la ética, se tenga más claro la base bioética. En ese sentido es necesario conocer algunos de los pensadores que han aportado algo a la formulación de la ética occidental.

 Muchos autores y pensadores desde la filosofía griega, hasta la actualidad han colaborado con la concepción ética de la cultura occidental. En esta parte se mencionaran algunos de estos filósofos y pensadores de la cultura occidental, incluyendo pensadores de la filosofía griega, cristiana y otros de otras filosofías.

En la antigua Grecia, lugar donde surge la filosofía occidental, se habla de la ética en  base a la felicidad humana. Es decir, toda ética lleva  al hombre y a la mujer a ser realmente felices, a si lo comprenden los filósofos griegos. Para estos el hombre realmente feliz, es además virtuoso. Esto nos dice en pocas palabras, que toda virtud está asociada a la felicidad[1].

Para Aristóteles  el ser humano debe mantenerse en el denominado punto medio, es decir lo que se conoce como el equilibrio. Este elemento es fundamental, en toda la vida griega. Además se debe recordar que este concepto, es aplicable a todos los ámbitos de la vida griega, tanto en el ámbito espiritual como en el ámbito social. Incluso hasta en la vida del deporte y la gimnasia de aplicaba el concepto del equilibrio.

La ética como elemento  presente en todas las culturas, intenta regular el comportamiento humano, de manera que se establecen unos parámetros que hagan que la cultura misma tenga un patrón de  comportamiento. Es decir, los conceptos  de bien y de mal están presentes  en todas las culturas, aunque expresados de muchas y distintas maneras.

En la cultura griega la moral es heterónoma, esto quiere decir que esta en el exterior de el mismo[2]. Esto quiere mostrar que además de que conduce al bien, hay que buscarla fuera. Por esa razón, que se ve al hombre como parte de esa naturaleza, modo que surge en el pensamiento del gran pensador Sócrates la idea del autoconocimiento humano, resumido en la frase: Conócete a ti mismo. De manera que el principal propósito del filósofo es fundamental una ética, pero que a la vez hacer que el ser humano puede conocerse así, ya que es parte de ese mundo natural.

Epicuro como pensador griego, al igual que Aristóteles plantea un modo de ética, aunque diferente al filósofo de Estagira. En el tiempo de Epicuro, la Grecia había cambiado en muchos aspectos. Porque ya había dado paso al imperio romano, o sea que no era ya la dirigente, por decirlo de algún modo. Esto muestra que no estaba en las altas, sino la cultura helenística era la que estaba delante.[3]

Como se decía anteriormente, Epicuro a diferencia de Aristóteles, es que plantea la ética del placer. Es el que pone énfasis a la sensación, de este modo su pensamiento girará en torno al eudemonismo, la ataraxia y hedonismo. De este modo cada elemento tratado en ese sentido, se juzgará  bajo dos elementos cumbre en el pensamiento epicureista, estos son: el placer y el dolor.

Otro elemento influyente en la ética occidental fue el cristianismo que tomando elementos de la filosofía griega, formula una ética que influye mucho en el pensamiento occidental. De manera que todas las maneras de pensar y actuar de los occidentales tienen su fuente en las ideas cristianas y griegas. A sí mismo, la cultura de occidente forja sus valores y virtudes, ya que los modelos propuestos por las diferentes mentes tanto de la Grecia clásica, como del cristianismo son altamente influyentes.
Dentro del cristianismo hay grandes pensadores, aunque solo se mencionaran solo dos. Estos son San Agustín de Hipona y Santo Tomas Aquino.

Para San Agustín la vida ética se basa en la obtención de un fin, ese fin es la salvación. De manera que todos los actos estarán destinados a ese fin. Por tanto cada cosa que el hombre haga, será vista en función de la vida de la eterna, en otras palabras, la vida sin fin.

 En ese sentido se puede considerarse que el hombre debe querer buscar lo divino y partiendo de ese querer debe empezar a buscarlo y en esa búsqueda está la salvación. Ya que todo lo que se hace en la vida debe llevarnos a eso, por tanto las acciones de la persona deben ser buenas. Porque eso los acerca al fin.

Tomás de Aquino como filósofo cristiano pues también plantea su ética. La cual parte de una concepción del ser humano que incluye la naturaleza del hombre y también su fin. Es decir, Aquino considera que el hombre tiene una esencia racional. Por tanto debe comportarse de acuerdo a la naturaleza misma de su esencia[4].

Esto nos quiere decir que el hombre tiene lo que él llama facultad de voluntad y razón, esto es en lo que se llama libre albedrio. Según el pensador la naturaleza humana no tiene en su esencia, la maldad sino la bondad y la racionalidad. De este modo se deduce que todo hombre creado para el bien, cuando usa la libertad tiende al bien, de lo contrario no ha usado de modo adecuado esa libertad.

Así también Aquino, nos dice que la  esencia humana de la racionalidad no puede contradecirse, si es una naturaleza humana. Por tanto, considera que las cosas deben dirigirse por el fin para que fueran creadas.  En este autor, ese fin es el bien, que a su vez lleva a la perfecta contemplación de Dios.

Otro  pensador occidental de gran influencia es Emmanuel Kant. Para él la ética está fundada en la autonomía[5], es decir su origen está en la misma razón del hombre no fuera de ella. Para Kant la autonomía de la voluntad está fundada en el postulado de la libertad, que nos demostrable, pero que está presente.

Para el pensador alemán el hombre escapa de las leyes divinas y de las leyes de la naturaleza. De este modo queda claro porque la moral del hombre no debe esperar que se premie, sino que este debe actuar de acuerdo a su propia razón. De manera que la razón tiene la capacidad de dictarse ella mismas sus propias normas en el ámbito moral. Esto surge del presupuesto no demostrable de la libertad humana.

Kant no plantea que las leyes dadas o dictadas vienen de un deseo enorme del hombre. El lo que dice es que estas normas emanan del llamado imperativo categórico, de manera que las acciones del llamado imperativo categórico   ponen a la persona a obrar en el momento que debe. De manera que ese imperativo esta guiando la moral, de manera que invita a cumplir con el deber.  Un ejemplo que es muy adecuado en el mundo de la bioética es la decisión correcta de un científico o un medico que tenga en su responsabilidad algo o a alguien. 

1.2           Aproximación al origen de la bioética

    
La bioética surge como una defensa de la vida.  Esta defensa no solo se presenta en la bioética sino que ya en las sagradas escrituras se presenta claramente esa apología de la vida[6]. Aunque de un modo muy particular, porque la cultura del pueblo de Israel consideraba hermanos a los miembros del clan. De manera que si era haciendo la guerra con otros pueblos el caso es muy diferente. Pero es necesario comprender el contexto histórico y el modo de vida de ese tiempo.

La palabra bioética es introducida por  norteamericano Van Rensselaer Potter. Este oncólogo se dedicó a la investigación del cáncer. Además se dedicó al humanismo, de manera que exaltó los valores éticos. En ese sentido es que surge tal vez la palabra bioética, ya que el que la creó buscaba integrar los elementos éticos para la defensa de la vida, especialmente la vida humana[7].

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la bioética es la ddisciplina científica que estudia los aspectos éticos de la medicina y la biología en general, así como las relaciones del hombre con los restantes seres vivientes[8]. De este modo en la bioética entran en juego los elementos científicos y la ética humana como reguladora del comportamiento y la defensa de la vitalidad del ser humano.

Esta palabra contiene  dos palabras que son: Bios que significa vida y Ethos que significa ética. En ese sentido se definiría como la ética de la vida. Esto es ciertamente lo que hace la misma. De este modo, entonces, se resalta el valor de la vida humana. Ya que en los diferentes momentos de la ciencia    se puede descuidar la vida humana y someterla tal vez a una situación en la cual quede reducida. Es precisamente allí donde entra la función de esta.

Potter en una obra llamada: “Bioética, Ciencia de la Supervivencia describe dos realidades que hasta el momento están en separación. Estas son la ciencia y el humanismo[9]. De este modo, el pensador dice que es posible mantener el control responsable de la fertilidad humana y sobre todo mantener el valor de la dignidad humana.

Es por esto que se cree posible la concientización de personas que mantengan en tiempos futuros las ideas bioéticas. Esto incluye todos los seres humanos, desde las personas individuales hasta las instituciones y el gobierno. Por tanto, la defensa de la vida es un papel todo hombre y de toda mujer.

En la actualidad se entiende claro que la dignidad humana no excluye a nadie, ni por su color de piel, ni por su religión. Es decir que antes se malinterpretaba el sentido de humanos, se consideraban a algunos seres humanos no humanos, como es el caso de los aborígenes de América, que eran seres no humanos, a juicio de los colonos españoles.

A raíz, de lo dicho se entiende claramente que la bioética es una defensora de toda la vida del ser que siente y que tiene un valor que ninguna ciencia, que ninguna tecnología puede quitarle. Es decir que no puede ser, ni debe ser manipulado por ningún elemento de los mencionados.  Esto indica que el hombre no debe pasar de manipulador a manipulado.[10] 




[1] García y  Estévez, Introducción a la bioética: fundamentación y principios, p.1

[2] Ibídem ,p.1
[3] Cfr. P.2
[4] Ibídem, p.3
[5] Cfr.p.4
[6] Flecha ,J.R, Bioética La fuente de la vida,p.22
[7] Ibídem. P.7
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.8
[10] Crf.p.64

¿Aislamiento? ¿Aburrimiento? ¿Por qué?

El hambre de tiempo estructurado
Por: José Luis Reyes

No es conveniente para una persona aburrirse durante extensos momentos en su vida, pues esta situación terminara provocándole, tanto problemas físicos como emocionales.
Por ello, en la cotidianidad de la vida, las personas suelen organizar su tiempo de diversas maneras, cayendo en ventajas y desventajas, producto de dicha organización.
Entre los primeros modos de organización se encuentra el aislamiento. Este aislamiento de los demás, suele darse de forma física o encerrándose en sus propias fantasías. Esta situación suele manifestarse en cualquier etapa del ser humano, sin importar en cual etapa o estado personal se encuentre.
Es cierto que algunas veces es bueno aislarse, relacionado con la tranquilidad que debe tener el ser humano en ciertos momentos. Pero, cuando se hace para escapar de una realidad, suele ser perjudicial en la formación psicofísica de la persona.
Esta situación puede estar relacionada, incluso, con acciones o situaciones asimiladas en el hogar. Es decir, aquellos momentos en que la persona absorbe lo que ve a sus padres. De ahí termina la persona respondiendo a los demás, de la misma forma en que captó en algún momento de su infancia aquello que para ella era, o más tarde se convertiría en parte de la guía de su comportamiento.
Por consiguiente, el hombre o la mujer, suele manifestar en su estado Adulto del yo lo que ha vivido en su estado Niño. Por ello tiende a manifestar lo que ha llevado dentro de sí una y otra vez.
Otros elementos que forman parte del tiempo estructurado de la persona son los llamados rituales. Estos sirven más bien,  para recibir una respuesta similar a lo que deseo que la persona sepa de mi y yo de ella.
Esto significa que, lo que la persona busca como tal, es una respuesta a su interés de ser apreciado de alguna forma, utilizando el modo de preguntar para esperar otra pregunta que manifestará el deseo de querer enterarse por parte del otro.
Sin embargo, uno de los elementos de la conducta humana que en cierta medida benefician al ser humano son los llamados pasatiempos, pues permiten a la persona realizar sanos intercambios con conversaciones sanas. Estos son parte de los mejores elementos para profundizar psicológicamente en la persona del otro.
Por otro lado, algo que sí puede ser muy peligroso son los llamados juegos, pues estos hacen de el hombre o la mujer un ser inseguro, en la mayoría de los casos. Es decir, el sujeto cae en una posición psicológica en la que comienza a actuar de acuerdo a lo que supone a su alrededor, llevando a otros a comportarse también del mismo modo en que el lo hace.
Por ende, las actividades terminan relacionándose con lo anteriormente dicho, produciendo en la persona sentimientos de satisfacción o insatisfacción. De esta forma, surgen elementos que tienden a conducir al ser humano por el aspecto de realización y de no realización personal.
Pero de todas estas categorías psicológicas, la que más beneficios proporciona al ser humano como tal, es la intimidad. Esta intimidad se da a través del contacto con diversas personas. Esto implica el profundizar en los sentimientos del otro. De esta manera mi yo interno canaliza situaciones, además de compartir lo interno de mi persona con el otro o Yo externo.
Ahora bien, ¿a través de que una persona puede cambiar ciertas actitudes que le han marcado en su vida temprana? Pues a través de la activación y el fortalecimiento del estado adulto del Yo. Esto implica que la persona debe estar abierta a la intimidad con los otros, es decir, a dejarse conocer por el otro o los demás.
En definitiva, hay actitudes que perjudican el buen desarrollo físico y psicológico del individuo como tal. Pero, dejándose percibir e interpelar por las relaciones o sentimientos con el otro y la realidad presente o visible en concreto ante los demás, puede el hombre o la mujer crecer y superar ciertas trabas en su proceso psicológico.








¿Es necesaria la caricia en el hombre?

El hambre humana de caricias y la estructuración del tiempo

Por: José Luis Reyes Rosario y Manuel Arias

Introducción
Desde su origen en el mundo el ser humano ha necesitado vivir una vida de afectividad y de contacto con los demás humanos. Su modo de ser y de relacionarse han demostrado lo que afirmó  Aristóteles: El hombre es un ser social.
En ese sentido se diría más bien: El hombre es ser necesitado de afecto.  Es decir, no es posible que la persona viva sin las caricias. Por tanto, estas son esencialmente importantes en la vida del hombre y de la mujer.
Es por eso, que en este breve trabajo se hablará del hambre humana de caricias y de la estructuración del tiempo. En el cual se tratará en primer lugar el hambre humanas de caricias. De modo, que se pueda comprender como las caricias forman parte de nuestra existencia y se vea, además su importancia en el plano vital.
En segundo lugar las caricias positivas, en tercer lugar descuentos y caricias negativas, en cuarto lugar el hambre de tiempo estructurado y finalmente una breve conclusión del tema.
Este breve trabajo se fundamentará en el libro: Nacidos para triunfar  de los autores: James y Jongeward.










El hambre humana de caricias
En el libro nacido para triunfar aparece el tema: El hambre humanas de caricias y la estructuración del tiempo. Este interesante tema posee una importancia innumerable en la vida de las personas.
En la obra se afirma que toda persona tiene necesidad de ser reconocida por los demás. En ese sentido las caricias humanas juegan un papel elemental, en ese reconocimiento.
Además, afirma que en el tiempo todas las personas necesitan hacer algo. A estas necesidades biológicas y psicológicas es a lo que  se llama hambres, a juicio de Berne[1]. Estas hambres son tranquilizadas, por así decirlo, con caricias. Y según este documento, se comprende por caricia todo acto o gesto que permite el reconocimiento de la presencia del otro. En ese sentido, cualquier cosa que haga que al otro se le tome en cuenta, se entenderá en este aspecto, como caricia, o sea que va un poco mas allá de lo que se entiende comúnmente, es decir, no solo está en el plano físico, sino que se incluye el plano psicológico.
En ese sentido, entonces, se podría decir que un gesto, un abrazo, una mirada o una palabra entran en el plano de lo que se conoce por caricia. Es por esa razón que se habla en este punto de lo simbólico, es decir, de aquello que simboliza cada acto humano.
El hambre de caricias puede también, determinar lo que la persona hace con su tiempo, ya que, una persona puede pasar muchas horas intentando ser acariciada o puede durar cierta cantidad de horas evitando ser acariciada.  En ese sentido, el uso del tiempo en los humanos varía considerablemente en las personas, según la intención de los sujetos.
En la vida de los bebes es esencial la caricia, porque estos no cresen en normalidad sin el contacto con otros. Esto demuestra que es una necesidad vital el contacto humano en todos los ámbitos de la vida. Incluso en las transacciones íntimas y cotidianas  es notable tal necesidad. Tanto los mimos como la alimentación, que ponen a los padres en contactos con los hijos pequeños dan prueba de esta necesidad.
En la química del infante el desarrollo mental y físico son estimulados  por este elemento. Esto es notable, ya que en los infantes desatendidos, abandonados y desprovisto de cualquier  contacto físico, el desarrollo tanto a nivel físico, como a nivel mental es menor.
Los analistas transaccionales dicen que: Si el niño no es acariciado, se consume su medula espinal, esto es una afirmación que puede encerrar en ella la importancia de la atención y el contacto, que necesitan los bebes, tanto en su desarrollo social como en el plano  psicológico y físico.
En ese mismo tenor, muchas personas consideran que tener a los bebes cargados los mal educa o más bien, como dice los dominicanos la ñoñería no es buena, los bebes cargados les da ñoñería. Sin embargo, esto no es cierto, ya que los niños sin cariño pueden padecer deficiencia nutritiva[2].  Es por eso, que muchos niños que han vivido una vida sin afecto o más bien con una resequedad de tacto, tienen miedo de  dar cariño a los demás y viven una vida seca porque le hace falta afecto.
El libro pone un caso ilustrativo de la falta de afecto, y es el caso de una bebe llamada Susana. En palabras breves ella le hacía falta contacto y afectividad, por eso no se desarrollaba normalmente, pero luego de tener ese contacto y esa caricia, logro superar esa dificultad, ya podía gatear y aceptaba que le dieran cariño, gracias a la madre sustituta que le daba cariño, seis horas diarias en cinco días.  Y pudo superar lo que se la había denominado síndrome de privación  materna.
Los niños a medida que van creciendo, pues van cambiando el hambre primaria de tacto,  por el hambre de reconocimiento, esto se refleja cuando los niños hacen cosas para de un modo llamar la atención.
Caricias positivas
En la vida de cada hombre y de cada mujer, la falta de caricias es siempre un factor que les provoca dificultades. Por tanto, esto repercute en la vida humana de manera considerable.
Las caricias positivas buscan, a propósito de esos efectos negativos de la falta de caricias, que la persona esté emocionalmente sana. De manera que pueda sentir bienestar, y puedan desarrollarse bien, a nivel emocional, es decir, se busca que la persona pueda tener una sensación de estar bien.
Por tanto, estas caricias, llamadas positivas abarcan desde un simple un saludo sencillo hasta un encuentro en la intimidad.  Esto es que, las caricias de este tipo tienen transacciones sencillas que  pueden llamarse de mantenimiento. Estas pueden carecer de contenidos significativos, pero mantienen el plano del reconocimiento.
En otras palabras, un saludo agradable, un darse la mano, son elementos que forman parte de una caricia de este tipo. Por tanto, le puede venir de alguien ajeno o de alguien no muy cercano, pero que le muestra ese tipo de cariño a la persona.
Se puede decir de modo resumido que, las caricias llamadas positivas, a nivel general, son transacciones directas, apropiadas y pertinentes a la situación de vida de cada persona.

  Descuentos y caricias negativas
Descontar necesidades y sentimientos a  niño pequeño, no le permite a este un desarrollo adecuado. Ya que su vida saludable, se verá con impedimentos. Hablar de descuento en esta parte es hablar de una falta de atención o de una atención negativa, por tanto afecta a la vida del humano, en muchos aspectos de su vida.
Es por tanto, que el descuento lleva a la degradación ulterior, o sea que mostrar una caricia negativa a alguien, llámese una burla o una  ridiculización pone a ese ser humano en una postura humillante o degradante. Esto es también, proporcionarle una caricia de tipo negativo.
Además de la caricia negativa está el descuento que es  la falta de atención, esto implica pues, un mensaje que le dice sin palabras a la persona; eres insignificante, o simplemente no eres importante. Es decir ambos conceptos, tanto el descuento como la caricia negativa  son altamente dañinos para un ser víctima de estos, ya sea adulto o joven, adolescente o niño o anciano.
El hambre de tiempo estructurado.
No es conveniente para una persona aburrirse durante extensos momentos en su vida, pues esta situación terminara provocándole, tanto problemas físicos como emocionales.
Por ello, en la cotidianidad de la vida, las personas suelen organizar su tiempo de diversas maneras, cayendo en ventajas y desventajas, producto de dicha organización.
Entre los primeros modos de organización se encuentra el aislamiento. Este aislamiento de los demás, suele darse de forma física o encerrándose en sus propias fantasías. Esta situación suele manifestarse en cualquier etapa del ser humano, sin importar en cual etapa o estado personal se encuentre.
Es cierto que algunas veces es bueno aislarse, relacionado con la tranquilidad que debe tener el ser humano en ciertos momentos. Pero, cuando se hace para escapar de una realidad, suele ser perjudicial en la formación psicofísica de la persona.
Esta situación puede estar relacionada, incluso, con acciones o situaciones asimiladas en el hogar. Es decir, aquellos momentos en que la persona absorbe lo que ve a sus padres. De ahí termina la persona respondiendo a los demás, de la misma forma en que captó en algún momento de su infancia aquello que para ella era, o más tarde se convertiría en parte de la guía de su comportamiento.
Por consiguiente, el hombre o la mujer, suele manifestar en su estado Adulto del yo lo que ha vivido en su estado Niño. Por ello tiende a manifestar lo que ha llevado dentro de sí una y otra vez.
Otros elementos que forman parte del tiempo estructurado de la persona son los llamados rituales. Estos sirven más bien,  para recibir una respuesta similar a lo que deseo que la persona sepa de mí y yo de ella.
Esto significa que, lo que la persona busca como tal, es una respuesta a su interés de ser apreciado de alguna forma, utilizando el modo de preguntar para esperar otra pregunta que manifestará el deseo de querer enterarse por parte del otro.
Sin embargo, uno de los elementos de la conducta humana que en cierta medida benefician al ser humano son los llamados pasatiempos, pues permiten a la persona realizar sanos intercambios con conversaciones sanas. Estos son parte de los mejores elementos para profundizar psicológicamente en la persona del otro.
Por otro lado, algo que sí puede ser muy peligroso son los llamados juegos, pues estos hacen de el hombre o la mujer un ser inseguro, en la mayoría de los casos. Es decir, el sujeto cae en una posición psicológica en la que comienza a actuar de acuerdo a lo que supone a su alrededor, llevando a otros a comportarse también del mismo modo en que él lo hace.
Por ende, las actividades terminan relacionándose con lo anteriormente dicho, produciendo en la persona sentimientos de satisfacción o insatisfacción. De esta forma, surgen elementos que tienden a conducir al ser humano por el aspecto de realización y de no realización personal.
Pero de todas estas categorías psicológicas, la que más beneficios proporciona al ser humano como tal, es la intimidad. Esta intimidad se da a través del contacto con diversas personas. Esto implica el profundizar en los sentimientos del otro. De esta manera mi yo interno canaliza situaciones, además de compartir lo interno de mi persona con el otro o Yo externo.
Ahora bien, ¿a través de que una persona puede cambiar ciertas actitudes que le han marcado en su vida temprana? Pues a través de la activación y el fortalecimiento del estado adulto del Yo. Esto implica que la persona debe estar abierta a la intimidad con los otros, es decir, a dejarse conocer por el otro o los demás.
En definitiva, hay actitudes que perjudican el buen desarrollo físico y psicológico del individuo como tal. Pero, dejándose percibir e interpelar por las relaciones o sentimientos con el otro y la realidad presente o visible en concreto ante los demás, puede el hombre o la mujer crecer y superar ciertas trabas en su proceso psicológico.



Conclusión
Las caricias humanas son esenciales para toda persona, ya que esto le permite desarrollarse tanto a nivel psicológico como a nivel físico. Esto es elemental para la vida de cada individuo, que quiere avanzar en su existencia.
El desarrollo es importantísimo  y no se puede alejar de la vida humana. Por eso es, en ese punto donde la afectividad, el contacto humano y la vida social entran en juego. Quedando demostrado que las estructuras del tiempo en la existencia humana cuenta con un elemento especial, lo que se llama hambre de caricias. Esta hambre de caricias se hace presente en todas las etapas humanas.
En la niñez, en la adolescencia, en la juventud, en la vida adulta y en la ancianidad el afecto es importante, ya que el ser humano no puede vivir sin este, todo ser humano en su condición natural, necesita un saludo, una palabra de motivación o simplemente un abraso que le haga ser verdaderamente una persona llena de alegría.


En fin, queda demostrado que ningún ser humano puede vivir sin el afecto de los otros. Es decir, ninguno debe creer  que los saludos, las palabras, las relaciones intimas, son innecesarias, o sea  que son realidades que no favorecen, ya que si favorecen y no solo eso, sino que son parte de la vida del afecto y este afecto es a la vez una respuesta a el hambre de caricias que tiene todo humano en su ser.



[1] James, Nacidos para triunfar,41
[2] Crf.42

¿Tiene la Iglesia una preocupación social?

Referencia de la “Carta Encíclica Sollicitudo Rei Sociales “.
Del sumo pontífice Juan Pablo II.

Por: José G. Santana


INTRODUCCIÓN

La preocupación social de la Iglesia, orientada al desarrollo auténtico del hombre y de la sociedad, que respete y promueva en toda su dimensión la persona humana, se ha expresado siempre de modo muy diverso. Uno de los medios destacados de intervención ha sido, en los últimos tiempos, el Magisterio de los Romanos Pontífices, que, a partir de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII como punto de referencia1, ha tratado frecuentemente la cuestión, haciendo coincidir a veces las fechas de publicación de los diversos documentos sociales con los aniversarios de aquel primer documento. Los Sumos Pontífices no han dejado de iluminar con tales intervenciones aspectos también nuevos de la doctrina social de la Iglesia.

En este notable cuerpo de enseñanza social se encuadra y distingue la Encíclica Populorum Progressio, que mi venerado Predecesor Pablo VI publicó el 26 de marzo de 1967. Conmemoraciones que han tenido lugar a lo largo de este año, de distinto modo y en muchos ambientes del mundo eclesiástico y civil. Con esta misma finalidad la Pontificia Comisión Iustitia et Pax envió el año pasado una carta circular a los Sínodos de la Iglesias católicas Orientales así como a las Conferencias Episcopales, pidiendo opiniones y propuestas sobre el mejor modo de celebrar el aniversario de esta Encíclica, enriquecer asimismo sus enseñanzas y eventualmente actualizarlas.
 La misma Comisión promovió, a la conclusión del vigésimo aniversario, una solemne conmemoración a la cual yo mismo creí oportuno tomar parte con la alocución final5. Y ahora, tomando en consideración también el contenido de las respuestas dadas a la mencionada carta circular, creo conveniente, al término de 1987, dedicar una Encíclica al tema de la Populorum Progressio.
Con esto me propongo alcanzar principalmente dos objetivos de no poca importancia: por un lado, rendir homenaje a este histórico documento de Pablo VI y a la importancia de su enseñanza; por el otro, manteniéndome en la línea trazada por mis venerados Predecesores en la Cátedra de Pedro, afirmar una vez más la continuidad de la doctrina social junto con su constante renovación. En efecto, continuidad y renovación son una prueba de la perenne validez de la enseñanza de la Iglesia.


Novedad de la encíclica Populorum Progressio.
La Populorum Progressio desde que el Papa Pablo VI la publicó llamó a la atención de todo el público por su novedad. Es por ello, que se tuvo la posibilidad de verificar correctamente con claridad la doctrina social de la Iglesia. Por tanto, el tentativo de volver a descubrir numerosos aspectos  de esta enseñanza, a través de una lectura atenta  de este documento.
La publicación de esta Encíclica en el 1967, lleva a considerar el documento en relación al Concilio Vaticano II, que se había clausurado el 8 de diciembre de 1965. Pero este hecho se debe ver más que una cercanía cronológica. Es por tanto, que la encíclica Populorum pregessio se presenta, en cierto modo, como un documento de aplicación de las enseñanzas del concilio. Y esto no solo porque la Encíclica hace constantes referencias a los textos conciliares, sino porque nace de la preocupación de la Iglesia, que inspiró todo el trabajo conciliar, de modo particular a la Constitución  pastoral Guadium et spes, en la labor de coordinar y desarrollar algunos temas sociales.
Por consiguiente, se puede afirmar que la encíclica al cual se hace referencia es como la respuesta a la  llamada  del Concilio. Los gozos y las esperanzas, tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobretodo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez  gozos y esperanzas, tristeza y angustias de los discípulos de Cristo. No hay en verdaderamente  humano que no encuentre eso en su corazón. Este es el motivo fundamental que inspiró el documento del Concilio, ya que parte de la miseria y el subdesarrollo, es decir, las tristezas y angustias que viven los pobres hoy día. Es por esto, que en esa situación de pobreza y calamidad de los más desposeído, que la Iglesia indica un horizonte de gozo y esperanza.
En el orden temático, la encíclica sigue la tradición de la enseñanza social de la Iglesia, ya que propone directamente la nueva expansión y una sustanciosa síntesis del  que la jerarquía de la Iglesia ha realizado. Entre otros temas propuestos se puede hacer alusión de la misión de la  Iglesia de escrutar los signos de los tiempos e interpretarlo a luz del evangelio, la conciencia, igualmente profunda de su misión de servicio, la confirmación de la enseñanza conciliar  y el aprecio por la cultura y la civilización técnica que contribuyen a la liberación del hombre, sin dejar de reconocer sus límites.
Como tercer puno la Encíclica da un considerable aporte de novedad a la doctrina social de la Iglesia en su conjunto y en la misma concepción de desarrollo. Esta novedad se halla en una frase  que se lee y que puede ser considerada como su fórmula  recapituladora, además de su importancia histórica, es decir, la paz para humanidad.
En fin, esta carta Encíclica ve un mundo distinto, dominado por la solicitud, por el bien común de toda la humanidad, o sea por la preocupación del desarrollo espiritual y humano de todos, en lugar de la búsqueda del provecho particular, y así la paz sería posible como fruto de una justicia más perfecta entre los hombres.
Panorama del mundo contemporáneo
La enseñanza fundamental de la Populorum Progressio tuvo su día gran eco por su novedad. El contexto social en que se vive en la actualidad no es igual al de hace veinte años atrás. Es por esto, que el Papa se detiene a profundizar sobre algunas características del mundo actual, siempre bajo el punto de vista del desarrollo de los pueblos.
El primer aspecto a destacar es que la esperanza de desarrollo, entonces tan viva, aparece en la actualidad muy lejana de la realidad. En este proceso la encíclica no se hacía alusión alguna. Puesto que, su lenguaje grave, a veces dramático, se limitaba a subrayar el peso de la situación y a proponer la conciencia de todos la obligación urgente de contribuir a resolverla. En aquellos años prevalecía un cierto optimismo sobre la posibilidad de colmar, sin esfuerzos excesivos de los pueblos pobres, de proveerlos de infraestructura y de asistirlo en el proceso de industrialización.
No se puede afirmar que estas diversas iniciativas religiosas, humanas, económicas y técnicas, hayan sido superfluas,  dado que han podido alcanzar algunos resultados. Pero en línea general, teniendo en cuenta los diversos factores, no se puede negar que la actual situación del mundo, bajo el aspecto de desarrollo, ofrezca una impresión más bien negativa.
Por ello, se debe llamar la atención sobre algunos indicadores genéricos, sin excluir otros más específicos. Dejando a un lado el análisis de cifras y estadísticas, es suficiente mirar la realidad de una  multitud ingente de hombres y mujeres, niños, adultos y ancianos, en una palabra, de personas humanas concretas e irrepetibles, que sufren el peso intolerable de la miseria. En el mundo actual, son muchos los millones que carecen de esperanza debido al hecho de que en muchos lugares de la tierra, su situación se ha agravado sensiblemente. Ante estos dramas de total  indigencia y necesidad, en que viven muchos de nuestros hermanos y hermanas, es el mismo Señor Jesús quien viene a interpelarnos.
A la abundancia de bienes y servicios disponibles en algunas partes del mundo, sobre todo en el Norte desarrollado, corresponde en el Sur un inadmisible retraso y es precisamente en esta zona geopolítica donde vive la mayor parte de la humanidad. Tal vez no es éste el vocablo adecuado para indicar la verdadera realidad, ya que puede dar la impresión de un fenómeno  estacionario.      En el camino de los países desarrollados y en vías de desarrollo se ha verificado a lo largo de estos años una velocidad diversa de aceleración, que impulsa a aumentar  las distancias. Es por esto, que los países de desarrollo se encuentran en un gravísimo retraso.
No se puede silenciar el profundo vínculo que existe entre este problema de los países desarrollados y los que van en vías de desarrollo, cuya creciente gravedad   había sido ya prevista por la Populorum Progressio.
La contraposición es ante todo política, en cuanto a cada bloque encuentra su identidad en un sistema de organización de la sociedad y de la gestión del poder, que intenta ser alternativo al otro; a su vez, la contraposición más profunda  que es de orden ideológica. En Occidente existe, en efecto, un sistema inspirado  históricamente en el “capitalismo liberal”, tal como se desarrolló en el siglo pasado; en Oriente se da un sistema inspirado en el colectivismo marxista, que nació de la interpretación de la condición de la clase proletaria, realizada a la luz de una peculiar lectura de la historia.
Esto se verifica con un efecto particularmente negativo en las relaciones internacionales, que miran a los países en Vías de desarrollo. En efecto, como es sabido  la tensión entre Oriente y Occidente no refleja de por sí por sí una oposición entre dos diversos grados de desarrollo, sino más bien entre dos concepciones del desarrollo mismo de los hombres y de los pueblos, de tal modo imperfectas que exigen una corrección radical. Dicha oposición se refleja en el interior de aquellos países, contribuyendo así a ensanchar el abismo que ya existe a nivel económico entre Norte y Sur, y que es consecuencia de la distancia entre los dos mundos más desarrollados y los menos desarrollados.
Esta es una de las razones por las que la doctrina social de la Iglesia asume una actitud crítica tanto ante el capitalismo liberal como ante el colectivismo marxista. En efecto, desde el punto de vista del desarrollo surge espontánea la pregunta: ¿de qué manera o en qué medida estos dos sistemas son susceptibles de transformaciones y capaces de ponerse al día, de modo que favorezcan o promuevan un desarrollo verdadero e integral del hombre y de los pueblos en la sociedad actual? De hecho, estas transformaciones y puestas al día son urgentes e indispensables para la causa de un desarrollo común a todos.
Los Países independizados recientemente, que esforzándose en conseguir su propia identidad cultural y política necesitarían la aportación eficaz y desinteresada de los países más ricos y desarrollados, en encuentran comprometidos - y a veces incluso desbordados- en conflictos ideológicos que producen inevitables divisiones internas, llegando incluso a provocar en algunos casos verdaderas guerras civiles. Esto sucede porque las inversiones y las ayudas para el desarrollo a menudo son desviadas de su propio fin e instrumentalizadas para alimentar los contrastes, por encima y en contra de los intereses de los países que deberían beneficiarse de ello.
Muchos de ellos son cada vez más conscientes del peligro de caer víctimas de un neocolonialismo y tratan de librarse. Esta conciencia es tal que ha dado origen, aunque con dificultades, oscilaciones y a veces contradicciones, al Movimiento internacional de los Países No Alineados, el cual, en lo que constituye su aspecto positivo, quisiera afirmar efectivamente el derecho de cada pueblo a su propia identidad, a su propia independencia y seguridad, así como a la participación, sobre la base de la igualdad y de la solidaridad, de los bienes que están destinados a todos los hombres.
Tendencia al imperialismo
Los Países subdesarrollados, en vez de transformarse en Naciones autónomas, preocupadas de su propia marcha hacia la justa participación en los bienes y servicios destinados a todos, se convierten en piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco. Esto sucede a menudo en el campo de los medios de comunicación social, los cuales, al estar dirigidos mayormente por centros de la parte Norte del mundo, no siempre tienen en la debida consideración las prioridades y los problemas propios de estos países, ni respetan su fisonomía cultural; a menudo, imponen una visión desviada de la vida y del hombre y así no responden a las exigencias del verdadero desarrollo.
La afirmación de la Encíclica Populorum Progressio, de que los recursos destinados a la producción de armas deben ser empleados en aliviar la miseria de las poblaciones necesitadas41, hace más urgente el llamado a superar la contraposición entre los dos bloques.
Si la producción de armas es un grave desorden que reina en el mundo actual respecto a las verdaderas necesidades de los hombres y al uso de los medios adecuados para satisfacerlas, no lo es menos el comercio de las mismas. Más aún, a propósito de esto, es preciso añadir que el juicio moral es todavía más severo. Como se sabe, se trata de un comercio sin fronteras capaz de sobrepasar incluso las de los bloques. Supera la división entre Oriente y Occidente y, sobre todo, la que hay entre Norte y Sur, llegando hasta los diversos componentes de la parte meridional del mundo.
Por otra parte, resulta muy alarmante constatar en muchos países el lanzamiento de campañas sistemáticas contra la natalidad, por iniciativa de sus Gobiernos, en contraste no sólo con la identidad cultural y religiosas de los mismos países, sino también con la naturaleza del verdadero desarrollo. En todo caso, se trata de una falta absoluta de respeto por la libertad de decisión de las personas afectadas, hombres y mujeres, sometidos a veces a intolerables presiones, incluso económicas para someterlas a esta nueva forma de opresión. Son las poblaciones más pobres las que sufren los atropellos, y ello llega a originar en ocasiones la tendencia a un cierto racismo, o favorece la aplicación de ciertas formas de eufemismo, igualmente racistas.
En este sentido hay que reconocer la influencia ejercida por la Declaración de los Derechos Humanos, promulgada hace casi cuarenta años por la Organización de la Naciones Unidas. Su misma existencia y su aceptación progresiva por la comunidad internacional son ya testimonio de una mayor conciencia que se está imponiendo. Los mismo cabe decir -siempre en el campo de los derechos humanos- sobre los otros instrumentos jurídicos de la misma Organización de las Naciones Unidas o de otros Organismos internacionales.
La conciencia de la que se habla no se refiere solamente a los individuos, sino también a las Naciones y a los pueblos, los cuales, como entidades con una determinada identidad cultural, son particularmente sensibles a la conservación, libre gestión y promoción de su preciso patrimonio. Desde el fondo de la angustia, del miedo y de los fenómenos de evasión como la droga, típicos del mundo contemporáneo, emerge la idea de que el bien, al cual estamos llamados todos, y la felicidad a la que aspiramos no se obtienen sin el esfuerzo y el empeño de todos sin excepción, con la consiguiente renuncia al propio egoísmo.

Aquí se inserta también, como signo de respeto por la vida -no obstante todas las tentaciones por destruirla, desde el aborto a la eutanasia- la preocupación concomitante por la paz; y, una vez más, se es consciente de que ésta es indivisible: o es de todos, o de nadie. Una paz que exige, cada vez más, el respeto riguroso de la justicia, y, por consiguiente, la distribución equitativa de los frutos del verdadero desarrollo.
Por consiguiente, no todo es negativo en el mundo contemporáneo -y no podía ser de otra manera- porque la Providencia del Padre celestial vigila con amor también sobre nuestras preocupaciones diarias (cf. Mar 6, 25-32; 10, 23-31: Lc 12, 6-7; 22, 20); es más, los valores positivos señalados revelan una nueva preocupación moral, sobre todo en orden a los grandes problemas humanos, como son el desarrollo y la paz.
Esta realidad me mueve a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del desarrollo de los pueblos, de acuerdo con la Encíclica cuyo aniversario celebramos, y como homenaje a su enseñanza.
 El auténtico desarrollo humano
La mirada que la Encíclica invita a dar sobre el mundo contemporáneo nos hace constatar, ante todo, que el desarrollo no es un proceso rectilíneo, casi automático y de por sí ilimitado, como si, en ciertas condiciones, el género humano marchará seguro hacia una especie de perfección indefinida.
Esta concepción -unida a una noción de "progreso" de connotaciones filosóficas de tipo iluminista, más bien que a la de "desarrollo", usada en sentido específicamente económico-social- parece puesta ahora seriamente en duda, sobre todo después de la trágica experiencia de las dos guerras mundiales, de la destrucción planeada y en parte realizada de poblaciones enteras y del peligro atómico que amenaza. A un ingenuo optimismo mecanicista le reemplaza una fundada inquietud por el destino de la humanidad.
Una de las mayores injusticias del mundo contemporáneo consiste precisamente en esto: en que son relativamente pocos los que poseen mucho, y muchos los que no poseen casi nada. Es la injusticia de la mala distribución de los bienes y servicios destinados originariamente a todos.
El mal no consiste en el "tener" como tal, sino en el poseer que no respeta la calidad y la ordenada jerarquía de los bienes que se tienen. Calidad y jerarquía que derivan de la subordinación de los bienes y de su disponibilidad al "ser" del hombre y a su verdadera vocación. Con esto se demuestra que si el desarrollo tiene una necesaria dimensión económica, puesto que debe procurar al mayor número posible de habitantes del mundo la disponibilidad de bienes indispensables para "ser", sin embargo no se agota con esta dimensión. En cambio, si se limita a ésta, el desarrollo se vuelve contra aquéllos mismos a quienes se desea beneficiar.
El hombre tiene así una cierta afinidad con las demás creaturas: está llamado a utilizarlas a ocuparse de ellas y -siempre según la narración del Génesis (2, 15)- es colocado en el jardín para cultivarlo y custodiarlo, por encima de todos los demás seres puestos por Dios bajo su dominio (cf. Ibid. 1, 15 s.). Pero al mismo tiempo, el hombre debe someterse a la voluntad de Dios, que le pone límites en el uso y dominio de las cosas (cf. Ibid. 2, 16 s.), a la par que le promete la inmortalidad (cf. Ibíd. 2, 9, Sab 2, 23). El hombre, pues, al ser imagen de Dios, tiene una verdadera afinidad con El.
Según esta enseñanza, el desarrollo no puede consistir solamente en el uso, dominio y posesión indiscriminada de las cosas creadas y de los productos de la industria humana, sino más bien en subordinar la posesión, el dominio y el uso a la semejanza divina del hombre y a su vocación a la inmortalidad. Esta es la realidad trascendente del ser humano, la cual desde el principio aparece participada por una pareja hombre y mujer (cf. Gen 1, 27), y es por consiguiente fundamentalmente social.
En efecto, el hombre no ha sido creado, por así decir, inmóvil y estático. La primera presentación que de él ofrece la Biblia, lo describe ciertamente como creatura y como imagen, determinada en su realidad profunda por el origen y el parentesco que lo constituye.
Es lógico concluir, al menos para quienes creen en la Palabra de Dios, que el "desarrollo" actual debe ser considerado como un momento de la historia iniciada en la creación y constantemente puesta en peligro por la infidelidad a la voluntad del Creador, sobre todo por la tentación de la idolatría, pero que corresponde fundamentalmente a las premisas iniciales. Quien quisiera renunciar a la tarea, difícil pero exaltante, de elevar la suerte de todo el hombre y de todos los hombres, bajo el pretexto del peso de la lucha y del esfuerzo incesante de superación, o incluso por la experiencia de la derrota y del retorno al punto de partida, faltaría a la voluntad de Dios Creador.
Más aún, el mismo Señor Jesús, en la parábola de los talentos pone de relieve el trato severo reservado al que osó esconder el talento recibido: "Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí... Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos" (Mt 25, 26-28). A nosotros, que recibimos los dones de Dios para hacerlos fructificar, nos toca "sembrar" y "recoger". Si no lo hacemos, se nos quitará incluso lo que tenemos.
Además, esta concepción de la fe explica claramente por qué la Iglesia se preocupa de la problemática del desarrollo, lo considera un deber de su ministerio pastoral, y ayuda a todos a reflexionar sobre la naturaleza y las características del auténtico desarrollo humano. Al hacerlo, desea por una parte, servir al plan divino que ordena todas las cosas hacia la plenitud que reside en Cristo (cf. Col 1, 19) y que él comunicó a su Cuerpo, y por otra, responde a la vocación fundamental de "sacramento; o sea, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano".
La conexión intrínseca entre desarrollo auténtico y respeto de los derechos del hombre, demuestra una vez más su carácter moral: la verdadera elevación del hombre, conforme a la vocación natural e histórica de cada uno, no se alcanza explotando solamente la abundancia de bienes y servicios, o disponiendo de infraestructuras perfectas.
El carácter moral del desarrollo no puede prescindir tampoco del respeto por los seres que constituyen la naturaleza visible y que los griegos, aludiendo precisamente al orden que lo distingue, llamaban el "cosmos". Estas realidades exigen también respeto, en virtud de una triple consideración que merece atenta reflexión.
La primera consiste en la conveniencia de tomar mayor conciencia de que no se pueden utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos o inanimados -animales, plantas, elementos naturales- como mejor apetezca, según las propias exigencias económicas. Al contrario, conviene tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado, que es precisamente el cosmos.
La segunda consideración se funda, en cambio, en la convicción, cada vez mayor también, de la limitación de los recursos naturales, algunos de los cuales no son, como suele decirse, renovables. Usarlos como si fueran inagotables, con dominio absoluto, pone seriamente en peligro su futura disponibilidad, no sólo para la generación presente, sino sobre todo para las futuras.
La tercera consideración se refiere directamente a las consecuencias de un cierto tipo de desarrollo sobre la calidad de vida en las zonas industrializadas. Todos sabemos que el resultado directo o indirecto de la industrialización es, cada vez más, la contaminación del ambiente, con graves consecuencias para la salud de la población.
Una vez más, es evidente que el desarrollo, así como la voluntad de planificación que lo dirige, el uso de los recursos y el modo de utilizarlos no están exentos de respetar las exigencias morales. Una de éstas impone sin duda límites al uso de la naturaleza visible. En fin, Una justa concepción del desarrollo no puede prescindir de estas consideraciones -relativas al uso de los elementos de la naturaleza, a la renovabilidad de los recursos y a las consecuencias de una industrialización desordenada-, las cuales ponen ante nuestra conciencia la dimensión moral, que debe distinguir el desarrollo.  
 Una lectura teológica de los problemas modernos
A la luz del mismo carácter esencial moral, propio del desarrollo, hay que considerar también los obstáculos que se oponen a él. Si durante los años transcurridos desde la publicación de la Encíclica no se ha dado este desarrollo -o se ha dado de manera escasa, irregular, cuando no contradictoria-, las razones no pueden ser solamente económicas. Hemos visto ya cómo intervienen también motivaciones políticas. Las decisiones que aceleran o frenan el desarrollo de los pueblos, son ciertamente de carácter político.
Se puede hablar ciertamente de "egoísmo" y de "estrechez de miras". Se puede hablar también de "cálculos políticos errados" y de "decisiones económicas imprudentes". Y en cada una de estas calificaciones se percibe una resonancia de carácter ético-moral. En efecto, la condición del hombre es tal que resulta difícil analizar profundamente las acciones y omisiones de las personas sin que implique de una u otra forma juicios o referencias de orden ético.
Esta valoración es de por sí positiva, sobre todo si llega a ser plenamente coherente y si se funda en la fe en Dios y en su ley, que ordena el bien y prohíbe el mal.
A este análisis genérico de orden religioso se pueden añadir algunas consideraciones particulares, para indicar que entre las opiniones y actitudes opuestas a la voluntad divina y al bien del prójimo y las "estructuras" que conllevan, dos parecen ser las más características: el afán de ganancia exclusiva, por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad. A cada una de estas actitudes podría añadirse, para caracterizarlas aún mejor, la expresión: "a cualquier precio". En otras palabras, nos hallamos ante la absolutización de actitudes humanas, con todas sus posibles consecuencias.
Para los cristianos, así como para quienes la palabra "pecado" tiene un significado teológico preciso, este cambio de actitud o de mentalidad, o de modo de ser, se llama, en el lenguaje bíblico: "conversión" (cf. Mc 1, 15; Lc 13, 35; Is 30, 15). Esta conversión indica especialmente relación a Dios, al pecado cometido, a sus consecuencias y, por tanto, al prójimo, individuo o comunidad. Es Dios, en "cuyas manos están los corazones de los poderosos", y los de todos, quien puede, según su promesa, transformar la obra de su Espíritu los "corazones de piedra", en "corazones de carne" (cf. Ez 36, 26).

Signos positivos del mundo contemporáneo son la creciente conciencia de solidaridad de los pobres entre sí, así como también sus iniciativas de mutuo apoyo y su afirmación pública en el escenario social, no recurriendo a la violencia, sino presentando sus carencias y sus derechos frente a la ineficiencia o a la corrupción de los poderes públicos. La Iglesia, en virtud de su compromiso evangélico, se siente llamada a estar junto a estas multitudes pobres, a discernir la justicia de sus reclamaciones y a ayudar a hacerlas realidad sin perder de vista al bien de los grupos en función del bien común.
Entonces la conciencia de la paternidad común de Dios, de la hermandad de todos los hombres de Cristo, "hijos en el Hijo", de la presencia y acción vivificadora del Espíritu Santo, conferirá a nuestra mirada sobre el mundo un nuevo criterio para interpretarlo. Por encima de los vínculos humanos y naturales, tan fuertes y profundos, se percibe a la luz de la fe un nuevo modelo de unidad del género humano, en el cual debe inspirarse en última instancia la solidaridad. Este supremo modelo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres Personas, es lo que los cristianos expresamos con la palabra "comunión". Esta comunión, específicamente cristiana, celosamente custodiada, extendida y enriquecida con la ayuda del Señor, es el alma de la vocación de la Iglesia a ser "sacramento", en el sentido ya indicado.
Muchos santos canonizados por la Iglesia dan admirable testimonio de esta solidaridad y sirven de empleo en las difíciles circunstancias actuales. Entre ellos deseo recordar a San Pedro Claver, con su servicio a los esclavos de Cartagena de Indias, y a San Maximiliano María Kolbe, dando su vida por un prisionero desconocido en el campo de concentración de Auschwitz-Oswiecim.
Algunas orientaciones particulares
La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo en cuanto tal, como ya afirmó el Papa Pablo VI, en su Encíclica69. En efecto, no propone sistemas o programas económicos y políticos, ni manifiesta preferencias por unos o por otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida, y ella goce del espacio necesario para ejercer su ministerio en el mundo.
Por eso la Iglesia tiene una palabra que decir, tanto hoy como hace veinte años, así como en el futuro, sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finalidades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él. Al hacerlo así, cumple su misión evangelizadora, ya que da su primera contribución a la solución del problema urgente del desarrollo cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre, aplicándola a una situación concreta71.
Es necesario recordar una vez más aquel principio peculiar de la doctrina cristiana: los bienes de este mundo están originariamente destinados todos78. El derecho a la propiedad privada es válido y necesario, pero no anula el valor de tal principio. En efecto, sobre ella grava "una hipoteca social"79, es decir, posee, como cualidad intrínseca, una función social fundada y justificada precisamente sobre el principio del destino universal de los bienes.
Las Organizaciones internacionales, en opinión de muchos, habrían llegado a un momento de su existencia, en el que sus mecanismos de funcionamiento, los costes operativos y su eficacia requieren un examen atento y eventuales correcciones. Evidentemente no se conseguirá tan delicado proceso sin la colaboración de todos. Esto supone la superación de las rivalidades política y la renuncia a la voluntad de instrumentalizar dichas Organizaciones, cuya razón única de ser es el bien común.
El desarrollo requiere sobre todo espíritu de iniciativa por parte de los mismos países que lo necesitan81. Cada uno de ellos ha de actuar según sus propias responsabilidades, sin esperarlo todo de los países más favorecidos y actuando en colaboración con los que se encuentran en la misma situación. Cada uno debe descubrir y aprovechar lo mejor posible el espacio de su propia libertad. Cada uno debería llegar a ser capaz de iniciativas que respondan a las propias exigencias de la sociedad. Cada uno debería darse cuenta también de las necesidades reales, así como de los derechos y deberes a que tienen que hacer frente. El desarrollo de los pueblos comienza y encuentra su realización más adecuada en el compromiso de cada pueblo para su desarrollo, en colaboración con todos los demás.
Otras naciones necesitan reformar algunas estructuras y, en particular, sus instituciones políticas, para sustituir regímenes corrompidos, dictatoriales o autoritarios, por otros democráticos y participativos. Es un proceso que, es de esperar, se extienda y consolide, porque la "salud" de una comunidad política -en cuanto se expresa mediante la libre participación y responsabilidad de todos los ciudadanos en la gestión pública, la seguridad del derecho, el respeto y la promoción de los derechos humanos es condición necesaria y garantía segura para el desarrollo de "todo el hombre y de todos los hombres".
La solidaridad universal requiere, como condición indispensable, su autonomía y libre disponibilidad, incluso dentro de asociaciones como las indicadas. Pero, al mismo tiempo, requiere disponibilidad para aceptar los sacrificios necesarios por el bien de la comunidad mundial.

















                                            
                                             CONCLUSIÓN
Los pueblos y los individuos aspiran a su liberación: la búsqueda del pleno desarrollo es el signo de su deseo de superar los múltiples obstáculos que les impiden gozar de una "vida más humana".
Un desarrollo solamente económico no es capaz de liberar al hombre, al contrario, lo esclaviza todavía más. Un desarrollo que no abarque la dimensión cultural, trascendente y religiosa del hombre y de la sociedad, en la medida en que no reconoce la existencia de tales dimensiones, no orienta en función de las mismas sus objetivos y prioridades, contribuiría aún menos a la verdadera liberación. El ser humano es totalmente libre sólo cuando es él mismo, en la plenitud de sus derechos y deberes; y lo mismo cabe decir de toda la sociedad.
La Iglesia tiene también confianza en el hombre, aun conociendo la maldad de que es capaz, porque sabe bien -no obstante el pecado heredado y el que cada uno puede cometer- que hay en la persona humana suficientes cualidades y energías, y hay una "bondad" fundamental (cf. Gen 1, 31), porque es imagen de su Creador, puesta bajo el influjo redentor de Cristo, "cercano a todo hombre", y porque la acción eficaz del Espíritu Santo "llena la tierra" (Sab 1, 7).
Por tanto, no se justifican ni la desesperación, ni el pesimismo, ni la pasividad. Aunque con tristeza, conviene decir que, así como se puede pecar por egoísmo, por afán de ganancia exagerada y de poder, se puede faltar también -ante las urgentes necesidades de unas muchedumbres hundidas en el subdesarrollo- por temor, indecisión y, en el fondo, por cobardía. Todos estamos llamados, más aún obligados, a afrontar este tremendo desafío de la última década del segundo milenio.
En este empeño, deben ser ejemplo y guía los hijos de la Iglesia, llamados, según el programa enunciado por el mismo Jesús en la sinagoga de Nazaret, a "anunciar a los pobres la Buena Nueva... a proclamar la liberación de los cautivos, la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19). Y en esto conviene subrayar el papel preponderante que cabe a los laicos, hombres y mujeres, como se ha dicho varias veces durante la reciente Asamblea sinodal. A ellos compete animar, con su compromiso cristiano, las realidades y, en ellas, procurar ser testigos y operadores de paz y de justicia.
Aunque imperfecto y provisional, nada de lo que se puede y debe realizar mediante el esfuerzo solidario de todos y la gracia divina en un momento dado de la historia, para hacer "más humana" la vida de los hombres, se habrá perdido ni habrá sido vano. Esto enseña el Concilio Vaticano II en un texto luminoso de la Constitución pastoral Gaudium et spes: "Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad, en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos, limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal...; reino que está ya misteriosamente presente en nuestra tierra".
María Santísima, nuestra Madre y Reina, es la que, dirigiéndose a su Hijo, dice: "No tienen vino" (Jn 2,3) y es también la que alaba a Dios Padre, porque "derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada" (Lc 1, 52 s). Su solicitud maternal se interesa por los aspectos personales y sociales de la vida de los hombres en la tierra.
Ante la Trinidad Santísima, confío a María todo lo que he expuesto en esta Carta, invitando a todos a reflexionar y a comprometerse activamente en promover el verdadero desarrollo de los pueblos, como adecuadamente expresa la oración de la Misa por esta intención: "Oh Dios, que diste un origen a todos los pueblos y quisiste formar con ellos una sola familia en tu amor, llena los corazones del fuego de tu caridad y suscita en todos los hombres el deseo de un progreso justo y fraternal, para que se realice cada uno como persona humana y reinen en el mundo la igualdad y la paz".
Al concluir, pido esto en nombre de todos los hermanos y hermanas, a quienes, en señal de benevolencia, envío mi especial Bendición.

“Dios le Bendiga”…


BIOGRAFÍA DE MANUEL ARIAS

Manuel Arias, Compositor, Poeta, Cuentista y Filósofo dominicano. Nació en Padre Las Casas, en la provincia de Azua el 15 de febrero del a...