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domingo, 17 de abril de 2016

Comentario a la obra: ´´El Contrato Social´´

En el presente escrito se tratará de forma resumida los cuatros libros en los que se divide la obra, El Contrato Social, del filosofo Roseau. Esperando que le ayude, ya que esta obra constituye uno de los libros más interesante de la filosofía política.

La obra ¨El Contrato Social¨ o ¨Principios de Derecho Político¨ de Jean Jacques Rousseau es escrita en la época de la Ilustración, es decir, durante el siglo XVIII. En esta etapa se sustituye el pensamiento teocéntrico por uno homocéntrico, la fe se deja a un lado y se le abre el camino a la razón. Esta obra fue pensada en un principio como parte de una obra mayor que jamás llegó a realizarse. ¨El Contrato Social¨ se divide en cuatro libros y estos a su vez se subdividen en capítulos.

Libro primero
Este primer libro se compone de nueve capítulos. Rousseau parte del planteamiento de que todos los hombres nacen libres e iguales por naturaleza. Habla del estado originario del hombre, afirmando que la familia es el primer modelo de sociedad política. Rousseau argumenta contra el derecho del más fuerte, pues, afirma que la fuerza no constituye derecho y que únicamente se está obligado a obedecer a los poderes legítimos. El fundamento único de toda autoridad legítima serán las convenciones. Tras una breve referencia a la guerra y la esclavitud, presenta su idea acerca del pacto social, según la cual dice que cada individuo pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, recibiendo a cada miembro como parte indivisible del todo.
Ataca la doctrina de Hugo Grocio, quien afirma que dado que un hombre puede enajenar su libertad y convertirse en esclavo, lo mismo puede hacer un pueblo. Para Rousseau enajenar significa dar o vender, y si bien puede tener algún sentido en el caso del esclavo, que gana algo a cambio de su enajenación, no parece ser el caso del pueblo, que no gana nada. Algunos dicen que el déspota garantiza a los súbditos la tranquilidad civil. Pero para Rousseau son mayores los males que se siguen de tener un déspota, que los que se seguirían de no tenerlo. La alternativa entonces es que los hombres se entreguen gratuitamente, sin recibir nada a cambio, pero este tipo de acto es ilegítimo y nulo porque quien lo realiza no está en su sano juicio.
Rousseau distingue tres tipos de libertades: la libertad natural, que es la que se pierde tras el contrato, la libertad civil, que está limitada por la voluntad general y la libertad moral, que es la única que convierte al hombre en amo de sí mismo. El pacto social convierte en iguales a los hombres por convención y derecho.

Libro segundo
En el segundo libro de la obra, el cual esta compuesto por doce capítulos, se desarrolla sobre todo el concepto de voluntad general. Al ejercicio de esta voluntad general Rousseau le llama soberanía, destacando su inalienabilidad e indivisibilidad. También analiza los conceptos de ley, que no sería otra cosa que un acto de la voluntad general, es decir, donde el pueblo sería el legislador.
Según el autor, el objetivo de todo pueblo es conseguir abundancia y paz. Cree que el lugar más apto para construir un Estado perfecto es la isla de Córcega.
Este coincide con Aristóteles en la necesidad de una clase media, aunque en él hay una mayor tendencia a una homogeneización y piensa que la libertad subsiste gracias a la igualdad porque la fuerza de las cosas tiende siempre a destruir la igualdad, por lo que la fuerza de la legislación debe siempre tender a mantenerla.
Al final de este segundo libro, Rousseau distingue tres clases de leyes: políticas, civiles y criminales. También habla de una cuarta clase de leyes: los hábitos o costumbres, de las que se ocuparía en secreto el gran legislador. De las diversas leyes presentadas, Rousseau dice ceñirse a las leyes políticas.

Libro tercero
El tercer libro es el más extenso, esta compuesto por dieciocho capítulos y se ocupa esencialmente del gobierno y de sus formas. El gobierno es considerado como un cuerpo intermedio establecido entre los súbditos y el soberano para su mutua correspondencia, encargado de la ejecución de las leyes y del mantenimiento de la libertad, tanto civil como política. Por tanto, el gobierno no es otra cosa que el ejercicio legítimo del poder ejecutivo. El poder legislativo, por su parte, siempre pertenece al pueblo y sólo puede pertenecer a él.
El autor afirma en este libro que cuanto más crece el Estado, más disminuye la libertad y que el gobierno para ser bueno debe ser relativamente más fuerte a medida que el pueblo es más numeroso. En cuanto a los magistrados, dice que la relación de estos con el gobierno debe ser inversa a la relación de los súbditos con el soberano y que cuanto más numerosos son los magistrados, más débil es el gobierno.
También considera que la forma de gobierno más adecuada para un país depende del número de habitantes y de su extensión. De este modo, el gobierno democrático conviene a los pequeños Estados, el aristocrático a los medianos y la monarquía a los grandes. Él opina que la democracia es una forma tan perfecta de gobierno que no se da nunca en su forma pura, por lo cual, afirma que solo los dioses se gobiernan democráticamente.
El autor ataca al lujo como obstáculo para la construcción de esa república democrática ideal, que además requiere ser una Ciudad-Estado de ciudadanos virtuosos. También, tiene como fuente a Montesquieu al dar importancia al clima en el carácter de los pueblos: el despotismo conviene a los países cálidos, la barbarie a los fríos y la civilización a las regiones intermedias. Otra relación establecida por Rousseau le lleva a afirmar que la opulencia corresponde a las monarquías, la riqueza y extensión medias a las aristocracias, y la pobreza y pequeñez de territorio a las democracias.

Tras dar las características de un buen gobierno y arremeter contra las letras y las artes que traen la decadencia a los pueblos, el autor plantea su propia teoría de las revoluciones, también más imperfecta y menos acabada que la de Aristóteles. Rousseau alega que si queremos una institución duradera, no pensemos en hacerla eterna.
Libro cuarto
Este último libro que contiene nueve capítulos e incluyendo la conclusión, comienza hablando de la bondad y rectitud de los hombres sencillos, los cuales  necesitan pocas leyes. El autor se siente emocionado cuando ve a grupos de campesinos resolver los asuntos del Estado bajo una encina y conducirse siempre con acierto. Vuelve a insistir en la noción de voluntad general, la cual debe ser constante en todos los miembros del Estado.

Tras hablar de las elecciones, hace un largo capítulo sobre la historia de Roma. Luego, defiende la necesidad de la dictadura como elemento para prevenir y solucionar los momentos de crisis en las repúblicas. También entiende que es necesaria la censura, que es la manifestación de la opinión pública. Al concluir este cuarto libro ataca a la religión cristiana, pues es incompatible con la libertad; lo cristiano es opuesto a la república. Rousseau está de acuerdo con que haya una profesión de fe completamente civil y plantea frente a los dogmas de religión las normas de sociabilidad.

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BIOGRAFÍA DE MANUEL ARIAS

Manuel Arias, Compositor, Poeta, Cuentista y Filósofo dominicano. Nació en Padre Las Casas, en la provincia de Azua el 15 de febrero del a...