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sábado, 23 de abril de 2016

COMENTARIO AL LIBRO: “EL HOMBRE MEDIOCRE DE JOSÉ INGENIEROS”

El autor es amigo mío, pero no puso su nombre en el artículo.


 La emoción del ideal es  cuando uno fija una meta con afán de cumplirla perfectamente y sin mediocridad, y  se llevado a término a través del principio  de un ideal. El ideal es algo que es capaz de llevarlo a uno a hacer grandes cosas, también es similar a un camino a la perfección.
Los ideales pueden no ser verdaderos; son creencias. Su fuerza gravita en sus elementos efectivos: influyen sobre nuestra conducta en la medida en que lo creemos. Por eso, la representación abstracta de las variaciones futuras adquiere un valor moral: las más provechosas a la especie son concebidas como perfeccionamientos. El futuro se identifica con lo perfecto. 
¨Mientras que la instrucción se limitará a extender las nociones que la experiencia actual considera más exactas´´.
Estos hombres, predispuestos a emanciparse de su rebaño, buscando alguna perfección más allá de lo actual, son los “idealistas”. La unidad del género no depende del contenido intrínseco de sus ideales sino su temperamento: se es idealista persiguiendo las ilusiones más contradictorias, siempre que ellas impliquen un sincero afán de perfeccionamiento.
Los espíritus afiebrados por algún ideal son adversarios de la mediocridad: soñadores contra los utilitarios, entusiastas contra los apáticos, generosos contra los calculistas, indisciplinado contra los dogmáticos. Son alguien o algo contra los que no son nadie ni nada. Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos; pueden apreciar el más y el menos pero nunca distinguen lo mejor de lo peor. 

Cuando los pueblos se domestican y callan, los grandes forjadores de ideales levantan su voz. Una ciencia, un arte, un país, una raza, estremecido por su eco, pueden salir de su cauce habitual. El genio es un guión que pone el destino entre los párrafos de la historia. Si aparece en los orígenes, crea o funda; si en los resurgimientos, transmuta o aumenta. Para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos pueden tenerse fanatismos y supersticiones; ideales, jamás. 

El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean; el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza. 


Su miopía mental impídeles comprender el equilibrio supremo entre la elegancia y la fuerza, la belleza y la sabiduría. "Donde creen descubrir las gracias del cuerpo, la agilidad, la destreza, la flexibilidad, rehúsan los dones del alma: la profundidad, la reflexión, la sabiduría

Los grandes cerebros ascienden por la senda exclusiva del mérito; o por ninguna. Saben que en las mediocracias se suelen seguir otros caminos; por eso no se sienten nunca vencidos, ni sufren de un contraste más de lo que gozan de un éxito; ambos son obra de los demás. La gloria depende de ellos mimos. Siendo desleal, el hipócrita es también ingrato. Invierte las fórmulas del reconocimiento: aspira a la divulgación de los favores que hace, sin ser por ello sensible a los que recibe. Multiplica por mil lo que da y divide por un millón lo que acepta. Enseñan que es necesario ser como los demás; ignoran que sólo es virtuoso el que anhela ser mejor.
 
Cada uno de los sentimientos útiles para la vida humana engendra una virtud, una norma de talento moral. Hay filósofos que meditan durante largas noches desvelados, sabios que sacrifican su vida en los laboratorios, patriotas que mueren por la libertad de sus conciudadanos, altivos que renuncian todo favor que tenga por precio su dignidad, madres que sufren la miseria custodiando el honor de sus hijos. El hombre mediocre ignora esas virtudes; se limita a cumplir las leyes por temor a las penas que amenazan a quien las viola, guardando la honra por no arrastrar las consecuencias de perderla. 

 Vivir arrastrado por las vidas ajenas equivale a no vivir. Los mediocres son obra de los demás y están en todas partes: manera de no ser nadie y no estar en ninguna. Pensar es vivir. Todo ideal humano implica una asociación sistemática de la moral y de la voluntad, haciendo converger a su objeto los más vehementes anhelos de perfección.  El hombre pone su honor en el mérito propio y es juez supremo de sí mismo; asciende a la dignidad. La sombra pone el suyo en la estimación ajena y renuncia a juzgarse; desciende a la vanidad. Hay una moral del honor y otra de su caricatura.
 Pero no debe ser arriesgado pensar que una  nueva ética puede salir de las hipótesis del idealismo moral, y no de la religión ni de explicaciones abstractas porque a medida de que el hombre va evolucionando se va haciendo menos conservador y el pensamiento cambia, también cambian los ideales puede ser para bien pero también puede ser para mal.

Siempre habrá idealistas y mediocres, aunque uno no lo quieran los hombres que buscan una perfección más allá de lo que hay, son los idealistas. Su temperamento es perseguir las metas más difíciles para ser mejores. Los idealistas tienen muchas cualidades, poseen sentido común, también aprecian lo bueno y no lo regular a diferencia de los mediocres que aprecian lo bueno y lo regular.
 Existe una clase de idealistas que son muy exagerada estos son los: románticos, son llamado así exclusivamente porque son ambiciosos. Quieren hacer lo más para terminar teniendo muy poco, creen que todos los ideales pierden algo al realizarse.  Los idealistas románticos son muy curiosos, sensibles, forman ideales sin pensar en que son irreales.
Además, los estoicos también tenían unos Ideales: el idealista estoico se mantiene adversario de su medio. Se rehúsa a la mediocridad, no le importa agredir a las ideas que los otros tienen que el mismo considera mal.Los idealistas estoicos son a veces individualistas pero es porque van en contra de los

Todo rumor parece estremece  al ´´hombre mediocre´´, como si fuera una burla que han sido echas exclusivamente para ellos. Pero, al que tener en cuenta que:´´La mediocridad está en no dar escándalo ni servir de ejemplo´´. 
 La envidia es uno de los factores que identifica a un hombre mediocre. Sólo que la admiración nace en el fuerte y la envidia en el subalterno. Envidiar es una forma aberrante de rendir homenaje a la superioridad. El gemido que la insuficiencia arranca a la vanidad es una forma especial de alabanza. En la belleza, la inteligencia, el trabajo, entre otros dones y quehaceres de hombre,su graciay su  pasión,tiene asegurado el culto de la envidia. 
La que ha nacido bella y la Belleza para ser completa requiere, entre otros dones, la gracia, la pasión y la inteligenciatiene asegurado el culto de la envidia. 

 A las personas mediocres, la incapacidad de crear les empuja a destruir. Su falta de inspiración le induce a rumiar el talento ajeno, empañándolo con capacidades que denuncian su irreparable ultimidad. Donde todos pueden hablar, callan los ilustrados y
al que tener en cuenta que la mediocridad teme al digno y adora al lacayo.Alabar a los ignorantes y merecer su aplauso, hablándoles sin cesar de sus derechos, y jamás de sus deberes, es el postrer renunciamiento a la propia dignidad. 

El ambicioso quiere ascender, hasta donde sus propias alas no  puedan levantarlo; el vanidoso cree encontrarse ya en la suprema cumbre codiciada por los demás. 

Los hombres mediocres se equivocan de una maneravulgar; el genio, aun cuando se desploma, enciende una chispa, y en su fugaz alumbramiento se entrevé alguna cosa o verdad no sospechada antes. No es menos grande Platón por sus errores ni lo son por ello Shakespeare o Kant. En los genios que se equivocan hay una viril firmeza que a todos impone respeto. Mientras los contemporizadores ambiguos no despiertan grandes admiraciones, los hombres firmes obligan el homenaje de sus propios adversarios. ´´Hay más valor moral en creer firmemente una ilusión propia, que en aceptar tibiamente una mentira ajena´´. 

Todo hombre de genio es la personificación suprema de un Ideal, enseñando a admirar el genio, la santidad y el heroísmo, prepárense climas propios a su advenimiento.

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BIOGRAFÍA DE MANUEL ARIAS

Manuel Arias, Compositor, Poeta, Cuentista y Filósofo dominicano. Nació en Padre Las Casas, en la provincia de Azua el 15 de febrero del a...