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sábado, 23 de abril de 2016

COMENTARIO A LA OBRA: LA VIDA LÍQUIDA DE ZYGMUNT BAUMAN

El autor no puso su nombre.

Zygmunt Bauman (Poznań, Polonia, 1925), es un sociólogo, filósofo y ensayista polaco. Además, es un catedrático emérito de la sociología en las universidades de Leends y Varsovia, así como uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo. También  es autor de libros como: “Vidas desperdiciadas”, “La cultura como praxis”, “La ambivalencia de la modernidad” y “La vida líquida”, entre otras más. Esta última es la de nuestro interés, que sintetizamos en los párrafos siguientes.
La sociedad moderna líquida es aquella en que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas. Pues, la vida líquida  es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante, sus mayores preocupaciones son la que resultan del temor a que les tomen desprevenidos, a no poder seguir el ritmo de unos acontecimientos que se mueven con rapidez, a quedar resudado, a no percatarse de las fechas de caducidad. Por tanto, es una vida sometida a  sucesiones de nuevos comienzos.
De este modo, la sociedad  que presenta Zygmunt, es sin duda, una sociedad sumergida por completo en el consumismo. Su fundamento es  la utilidad propia, que se alimenta de la insatisfacción del yo consigo mismo. En este ámbito surge la confrontación  entre los  consumidores y el objeto de consumo. Estos dos elementos se interrelacionan, se mezclan y se funden; son su fuerza motriz.  Lo expresa de esta manera:
“El homo eligens y el mercado de artículos de consumo conviven en una perfecta simbiosis: ni el uno ni el otro verían la luz de un nuevo día si no contaran con el apoyo y el alimento que supone su compañía mutua”.
El mercado no sobreviviría si los consumidores se aferraran a las cosas. Por su propia supervivencia, no puede soportar a los clientes que se muestran comprometidos o leales a algo, o que, simplemente, mantienen una trayectoria coherente y cohesionada que se resiste a las distracciones y descarta los arranques aventureros. El arte del marketing (conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de la demanda), está dedicado a impedir que se cierren las opciones y se realicen los deseos.
La sociedad de consumo justifica su existencia con la promesa de satisfacer los deseos humanos como ninguna otra sociedad pasada logró hacerlo o pudo siquiera soñar con hacerlo. Sin embargo, esa promesa de satisfacción sólo puede resultar seductora en la medida en que el deseo permanece insatisfecho o, lo que aún es más importante, en la medida en que se sospecha que ese deseo no ha quedado pleno y verdaderamente satisfecho. El consumismo es, por ese motivo, una economía de engaño, exceso y desperdicio.
Todos los seres humanos son y siempre serán consumidores. En la actualidad se habla de una sociedad de consumidores.  La misma se caracteriza por el hecho de que sus miembros hayan placer en consumir. Esto se ha convertido en un síndrome, caracterizado por un cúmulo de actitudes y estrategias, disposiciones cognitivas, juicios y prejuicios de valor, todos orientados a aumentar el consumismo. Dicho síndrome exalta la rapidez, el exceso y el desperdicio.
El mercado ejerce de mediador en las tediosas actividades que intervienen en la formación y la finalización de las relaciones interpersonales e influyen en las relaciones interhumanas. Este mundo de consumismo y de mercado subraya implacablemente el mensaje de que “todo es o podría ser una mercancía”. En nuestra cultura y nuestra sociedad modernas líquidas, la elaboración y el desarrollo del cuerpo como potencialidad han tomado un nuevo giro. Lo que importa ahora es el realce de las sensaciones corporales (la placidez, los placeres, los gozos fisiológicos).
Por consiguiente, Bauman pretende dar a conocer  la incertidumbre habitual que da forma a la vida de la mayoría de las personas en las sociedades modernas. Según él, vivimos en un mundo de transición de la modernidad "sólida"(vivía enfocada a hacia la eternidad, es decir, a un estado de uniformidad perpetua, monótona e irrevocable),  a la modernidad "líquida". La inseguridad y la incertidumbre dominan la vida cotidiana de los hombres que carecen de estabilidad en su vida social y laboral (trabajos precarios, pocos lazos afectivos, familias, etc.).
Por otro lado, la concepción de héroes, de mártir o de aquel que entregaba su vida por la sociedad ha cambiado; ésta idea  quedó en el pasado.  Los héroes actuales calculan ganancias  y pérdidas y quieren que su sacrificio sea recompensado. Pues, en esta sociedad no tiene cabida ni los mártires ni los héroes, puesto que es una sociedad que mide, que perjudica y ataca los dos valores que despertaron la oferta y la demanda de unos y otros. Ella no acepta que se sacrifiquen satisfacciones presentes para alcanzar objetivos lejanos y no acepta un sufrimiento  prolongado a cambio de salvación  en otra vida. Estos son considerados como incompresibles e irracionales, porque va en contra de sus ideales, la vida fácil.
Los famosos y las celebridades son los que gozan del aprecio y el cariño de los ciudadanos, puesto que son productivos y conocidos por sus talentos en el arte, la música, en el teatro, etc. Estos son los nuevos héroes y mártires de la sociedad moderna líquida.
La novedad de hoy ha quedado ya inevitablemente envejecida por la novedad de mañana que ya se espera. Y esa novedad con brillante fecha de caducidad no es sólo la del objeto: es la del propio sujeto consumidor convertido él mismo en objeto de consumo, es la de los hábitos, la de las acciones y las pasiones, o la de las relaciones sociales, afectivas o laborales. Este estilo de vida ha desplazado a la cultura e instaurando un nuevo sistema o forma de conducta caracterizada por la falta de objetivos claros, la débil proyección y los pocos principios éticos-morales; solo le interesa la vida fácil y cómoda.
Satisfacción rápida con compromiso cero, relación breve e intensa con responsabilidad nula. Esos parecen ser los insistentes mensajes que, a modo de anuncios publicitarios, tienen éxito en la sociedad y cultura consumistas. Todo listo y todos listos para usar y tirar. Se impone reciclaje; o se acumula una insoportable cantidad de residuos físicos, sociales-afectivos, sociales-morales. Es un estilo de vida desenfrenado, relativista, hedonista y sobretodo, individualista, que solo busca el bien propio o de sus seres más cercanos.
Estas son palabras del autor al respecto de la situación de la sociedad y el mundo que se está viviendo: “En un mundo de corte empresarial y práctico como éste,  un mundo en el que se busca el beneficio inmediato, la gestión controlada de las crisis y la limitación de daños, todo aquello que no puede demostrar su valía instrumental es “un tanto arriesgado”. Está claro que los que tienen el control económico no buscan el bien común, sino el propio.
Cada vez la gente toma más acciones defensivas, reforzando su seguridad, lo que hace que el mundo parezca más traicionero y temible.  Nuestros miedos se perpetuán y se refuerzan cada vez más a sí mismos, he incluso ya han adquirido impulso propio.  La inseguridad  y el miedo han sido aprovechados por los publicistas, que explotan los miedos a la falta de seguridad, ofreciendo productos que hacen a la gente sentirse seguros. La seguridad personal se ha convertido en un importante argumento de venta y la ley y el orden se han convertido en argumento de ventas en los programas políticos.  Todo esto afecta al estilo de vida urbano.
Las grandes ciudades se enfrentan a grandes adversidades, en comparación con las ciudades antiguas, debido al acelerado crecimiento urbano y a la globalización.  Con la globalización la vida rural se ha mermado grandemente, lo que ha contribuido al crecimiento de las ciudades. Pero, la vida en la ciudad enfrenta un gran problema y es que el crecimiento poblacional no se corresponde con el desarrollo económico de sus habitantes, lo que ha generado un alto índice de desempleo y de pobreza. Aunque la economía ha crecido, la pobreza ha aumentado, debido a la mala distribución de los bienes. La falta de recursos hace que muchos se dediquen al vandalismo y a la delincuencia, lo que hace que las ciudades se tornen más inseguras y desprotegidas.
En el afán de seguridad se ha recurrido a construir complejos de viviendas con acceso restringido, pero también se recurre a edificar casas con aspecto de fortalezas, caracterizadas por grandes muros y mucha vigilancia. Por tanto, los espacios públicos son muy escasos, ya que la gente se limita a convivir solo en los espacios que considera seguros. De aquí que se corre el riesgo de que los espacios públicos desaparezcan. Ante esto, Bauman recomienda “el diseño de un ámbito público  para la interacción humana, en vez de diseñar espacios privados que le sirvan de obstáculos”.
Un tema muy importante es el de la educación, que debería conllevar un empoderamiento por parte de los ciudadanos. Para que la educación y el aprendizaje sean útiles en el contexto moderno líquido, deben ser continuos, permanentes y prolongados a lo largo de toda la vida.

En todo el planeta abundan las señales de que la gente le está dando la espalda a la política, mostrando apatía y desinterés por la marcha del proceso político, por lo que la democracia no podrá sobrevivir mucho tiempo. La solución propuesta por Zygmunt a todos estos problemas seria “asumir una responsabilidad planetaria, un reconocimiento del hecho de que todos los que compartimos el planeta dependemos mutuamente los unos de los otros”. 

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BIOGRAFÍA DE MANUEL ARIAS

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