Algunas notas sobre la obra: "Por una ética de consumo" de Adela Cortina
En esta oportunidad quiero compartir algunas palabras referente al trabajo interesante, de la filósofa española Adela Cortina, quien habla en su libro acerca del consumismo y propone pautas para podamos ser más controlados a la hora gastar o consumir ciertos productos.
Adela Cortina nació
en la ciudad de Valencia. Es catedrática de filosofía jurídica, moral y
política de la universidad de Valencia, España. Ganadora del premio
internacional de Ensayo Jovellanos 2007. También, fue directora de la fundación
ETNOR, para la ética de los negocios y las organizaciones. Reconoce la ética
discursiva como promotora de los derechos humanos,efectuando una ética de
virtudes y actitudes.
En
su libro “Por una ética de Consumo” la autora quiere orientar la utilidad del
consumo éticamente, planteando sugerencias para un consumo justo, libre,
solidario, corresponsable y felicitante.
El
consumo, más que una simple cadena de actividades económicas, es una manera de
relacionarse que corresponden a motivaciones, creencias profundas y estilo de
vida que operan en nuestra autoestima. En estos ambientes modernos se considera
el consumo como la esencia del ser humano, llegándose luego a la conclusión de
que el consumo no es la esencia, pero es un rasgo común del ser humano, por
consiguiente, consumir es la acción de utilizar comestibles precederos u otros
géneros de vida transitoria para satisfacer necesidades o gusto pasajeros.
Sin
embargo, lo que no resulta tan evidente es que pueda existir una “ética del
consumo”, un saber capaz de defender con argumentos fuertes, que hay formas de consumir más éticas que
otras, capaz de utilizar algún criterio para discernir entre la que levantan la
moral y la que desmoralizan. Por tanto, a lo largo de la historia, diferentes
propuestas éticas han intentado ofrecer ese criterio, que nos interesa conocer
para desarrollar una forma de vida más humana.
En
los años cincuenta, algunos “críticos de la cultura de masas”, desde Horkheimer
a Galbraith, critican las formas de consumo de las sociedades industriales por
privar a los humanos de su libertad.
En
este sentido, Marcuse distingue dos tipos de necesidades: verdaderas y falsas
que los individuos intentan satisfacer al consumir. Las primeras son las
necesidades vitales, como alimentación, vestido o vivienda; la segunda son las
que están determinadas por las fuerzas sociales impuesta a los individuos, y
que no hacen sino perpetuar la agresividad, la miseria y la injusticia.
La fenomenología del consumo aporta la imagen de una sociedad constituida
en y por el consumo: no el consumo de los elementos necesarios para la
supervivencia individual y colectiva, sino de los bienes producidos por el
mercado. Una sociedad en la que los deseos construidos y las necesidades
creadas incorporan un crescendo consumista que se convierte finalmente en
exposición simbólica de la propia autoestima, de la propia identidad.
Un incremento, sin embargo, que provoca insatisfacción por cuanto la avalancha
de productos consumibles y las conductas consumistas de los grupos de
referencia dibujan la figura de un inalcanzable horizonte: cuando la propia
autoestima y la propia identidad se fían a la hipnosis del consumo, el
resultado es la insatisfacción permanente. No sólo la previsible insatisfacción
exige un recurso normativo que escolte al curso fenomenológico. También lo
exige la incesante desigualdad, y el límite que impone un planeta cada vez más
expoliado en el que los recursos necesarios para la vida son incorporados a la
lógica del intercambio de mercancías.
El consumo puede anticipar la consumación del desastre; que no sólo es
social y político sino también ecológico: que afecta a la base y fundamento
físico de la vida.
según Cortina Autónomo, justo, corresponsable y felicitante. Esos son, , los criterios que han de incorporar deber al ser del consumo. Son los criterios tanto de una ética como de una política del consumo, pues la definición de la era y del sujeto a la que antes aludía desemboca finalmente en una propuesta de ciudadanía global del consumidor.
según Cortina Autónomo, justo, corresponsable y felicitante. Esos son, , los criterios que han de incorporar deber al ser del consumo. Son los criterios tanto de una ética como de una política del consumo, pues la definición de la era y del sujeto a la que antes aludía desemboca finalmente en una propuesta de ciudadanía global del consumidor.
Un crítico de la autora sostiene lo siguiente; No me cabe duda de que esos
criterios pueden generar discusiones en cuanto a su definición; y en cuanto a
su aplicación al ámbito del consumo, por el contrario, la enésima reinvención
de la ciudadanía pueda hacerse desde la perspectiva del consumo. Cuestión de
esencias. O de existencias.El se refiere a los criterio propuestos por ella
en el libro, es decir, está diciendo que la propuesta de la autora debe
analizarse.
Según él Adela Cortina opone a “la verdadera esencia humana”, que sería la
libertad, una esencia impostada, coyuntural y localizada: “Consumir: la esencia
humana en el siglo XXI”. La elevación del consumo a dignidad esencial; tampoco
la identificación de la libertad como “esencia humana real”. Y continúa;
Si la libertad es la discutida
condición y el ineludible objetivo, entonces el consumo muestra su dialéctica.
Y sus límites. Este libro es un punto de partida para un necesario debate. Esa afirmación deja claro que Cortina ha dado apertura a un debate sobre la
esencia humana relacionada con el consumo. En este sentido, habría que ver el
sentido que da Cortina a esta esencia.
El
ser humano nunca llega a tener lo que quiere, siempre está ansioso de pretender
siempre lo último que sale al mercado. Tal como nos lo presenta Campbell de que
la insaciabilidad del deseo humano es la clave del consumismo y el hedonismo
moderno.Bien podría ser el trasunto de aquella doctrina tradicional, según la
cual ninguna cosa de este mundo satisface el ansia del ser humano, porque está
hecho para disfrutar del Bien supremo; por eso va de un bien a otro sin satisfacerse
nunca.
Adela
en este libro nos plantea algunos problemas que genera el consumismo, detallando
el consumo que se hace de manera desmedida o atendiendo a criterios no
justificable.Esta manera de consumir tiene sus dificultades entre las cuales
podemos mencionar: a) los países del primer mundo afectan a la economía del
tercer mundo, haciendo que algunos consuman más de lo que necesitan y otros
necesiten másde lo que consumen. Todo esto se debe a que se consume por deseo y
no por necesidad, b) deterioro de la libertad personal a causa de la
implementación del marketing, para manipular las motivaciones que llevan a las
personas a creer que mientras más consumen más valen, hay están todas las
propuestas de consumo en manos del marketing, c) se crea un individuo incapaz
de producir y sin iniciativa de creatividad, y d) el ideal de emulación que
consiste en hacer que las personas que tienen poco recursos consuman por encima
de su capacidad.
Para
una ética de consumo más racional, Adela nos propone en primer lugar, un consumo autónomo, en el cual la persona
no puede ser esclavo del consumo sino un ser en auto- posesión de sí, en
segundo lugar está el consumo justo,
este propone un consumo moral arraigado a la libertad como legisladora universal
del consumo, el corresponsable que
implica un diálogo entre los consumidores y los potenciales para crear normas
que asesoren a los consumidores, y por último el consumo felicitante, este lleva a la realización de la felicidad
del individuo.
En
fin, Adela Cortina quiere orientarnos sobre un consumo de manera ética,
autónomo, justo, corresponsable y felicitante, estas propuesta van encaminada a
entender el consumo no como medio para el placer sino como fines de mejorar la circunstancia
de vida de las personas, ya que, en la actualidad las personas consumen por
encima de su posibilidad y no por suplir una necesidad primaria, por lo que el
marketing se empeña en mantener al ser humano en continua competitividad con
los demás, y de este modo mantener a las personas en una constante ansiedad por
adquirir lo mejor presentado por el mundo del mercado. En este libro hemos
comprendido que una ética del consumo es más que una reflexión sobre la
conducta honesta o deshonesta en un sistema de mercado ya constituido, lo cual
busca que tanto el consumidor y el vendedor se comporten con honestidad.
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