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domingo, 17 de abril de 2016

Algunas notas sobre la obra, "Por una ética de consumo" de Adela Cortina

Algunas notas sobre la obra: "Por una ética de consumo" de Adela Cortina

En esta oportunidad quiero compartir algunas palabras referente al trabajo interesante, de la filósofa española Adela Cortina, quien habla en su libro acerca del consumismo y propone pautas para podamos ser más controlados a la hora gastar o consumir ciertos productos. 

Adela Cortina nació en la ciudad de Valencia. Es catedrática de filosofía jurídica, moral y política de la universidad de Valencia, España. Ganadora del premio internacional de Ensayo Jovellanos 2007. También, fue directora de la fundación ETNOR, para la ética de los negocios y las organizaciones. Reconoce la ética discursiva como promotora de los derechos humanos,efectuando una ética de virtudes y actitudes.
En su libro “Por una ética de Consumo” la autora quiere orientar la utilidad del consumo éticamente, planteando sugerencias para un consumo justo, libre, solidario, corresponsable y felicitante.
El consumo, más que una simple cadena de actividades económicas, es una manera de relacionarse que corresponden a motivaciones, creencias profundas y estilo de vida que operan en nuestra autoestima. En estos ambientes modernos se considera el consumo como la esencia del ser humano, llegándose luego a la conclusión de que el consumo no es la esencia, pero es un rasgo común del ser humano, por consiguiente, consumir es la acción de utilizar comestibles precederos u otros géneros de vida transitoria para satisfacer necesidades o gusto pasajeros.
Sin embargo, lo que no resulta tan evidente es que pueda existir una “ética del consumo”, un saber capaz de defender con argumentos fuertes,  que hay formas de consumir más éticas que otras, capaz de utilizar algún criterio para discernir entre la que levantan la moral y la que desmoralizan. Por tanto, a lo largo de la historia, diferentes propuestas éticas han intentado ofrecer ese criterio, que nos interesa conocer para desarrollar una forma de vida más humana.
En los años cincuenta, algunos “críticos de la cultura de masas”, desde Horkheimer a Galbraith, critican las formas de consumo de las sociedades industriales por privar a los humanos de su libertad.
En este sentido, Marcuse distingue dos tipos de necesidades: verdaderas y falsas que los individuos intentan satisfacer al consumir. Las primeras son las necesidades vitales, como alimentación, vestido o vivienda; la segunda son las que están determinadas por las fuerzas sociales impuesta a los individuos, y que no hacen sino perpetuar la agresividad, la miseria y la injusticia.

La fenomenología del consumo aporta la imagen de una sociedad constituida en y por el consumo: no el consumo de los elementos necesarios para la supervivencia individual y colectiva, sino de los bienes producidos por el mercado. Una sociedad en la que los deseos construidos y las necesidades creadas incorporan un crescendo consumista que se convierte finalmente en exposición simbólica de la propia autoestima, de la propia identidad.
Un incremento, sin embargo, que provoca insatisfacción por cuanto la avalancha de productos consumibles y las conductas consumistas de los grupos de referencia dibujan la figura de un inalcanzable horizonte: cuando la propia autoestima y la propia identidad se fían a la hipnosis del consumo, el resultado es la insatisfacción permanente. No sólo la previsible insatisfacción exige un recurso normativo que escolte al curso fenomenológico. También lo exige la incesante desigualdad, y el límite que impone un planeta cada vez más expoliado en el que los recursos necesarios para la vida son incorporados a la lógica del intercambio de mercancías.
El consumo puede anticipar la consumación del desastre; que no sólo es social y político sino también ecológico: que afecta a la base y fundamento físico de la vida.
según Cortina Autónomo, justo, corresponsable y felicitante. Esos son, , los criterios que han de incorporar deber al ser del consumo. Son los criterios tanto de una ética como de una política del consumo, pues la definición de la era y del sujeto a la que antes aludía desemboca finalmente en una propuesta de ciudadanía global del consumidor.
Un crítico de la autora sostiene lo siguiente;  No me cabe duda de que esos criterios pueden generar discusiones en cuanto a su definición; y en cuanto a su aplicación al ámbito del consumo, por el contrario, la enésima reinvención de la ciudadanía pueda hacerse desde la perspectiva del consumo. Cuestión de esencias. O de existencias.El se refiere a los criterio propuestos por ella en el libro, es decir, está diciendo que la propuesta de la autora debe analizarse.
Según él Adela Cortina opone a “la verdadera esencia humana”, que sería la libertad, una esencia impostada, coyuntural y localizada: “Consumir: la esencia humana en el siglo XXI”. La elevación del consumo a dignidad esencial; tampoco la identificación de la libertad como “esencia humana real”.  Y continúa;  Si la libertad es la discutida condición y el ineludible objetivo, entonces el consumo muestra su dialéctica. Y sus límites. Este libro es un punto de partida para un necesario debate. Esa afirmación deja claro que Cortina ha dado apertura a un debate sobre la esencia humana relacionada con el consumo. En este sentido, habría que ver el sentido que da Cortina  a esta esencia.




El ser humano nunca llega a tener lo que quiere, siempre está ansioso de pretender siempre lo último que sale al mercado. Tal como nos lo presenta Campbell de que la insaciabilidad del deseo humano es la clave del consumismo y el hedonismo moderno.Bien podría ser el trasunto de aquella doctrina tradicional, según la cual ninguna cosa de este mundo satisface el ansia del ser humano, porque está hecho para disfrutar del Bien supremo; por eso va de un bien a otro sin satisfacerse nunca. 
Adela en este libro nos plantea algunos problemas que genera el consumismo, detallando el consumo que se hace de manera desmedida o atendiendo a criterios no justificable.Esta manera de consumir tiene sus dificultades entre las cuales podemos mencionar: a) los países del primer mundo afectan a la economía del tercer mundo, haciendo que algunos consuman más de lo que necesitan y otros necesiten másde lo que consumen. Todo esto se debe a que se consume por deseo y no por necesidad, b) deterioro de la libertad personal a causa de la implementación del marketing, para manipular las motivaciones que llevan a las personas a creer que mientras más consumen más valen, hay están todas las propuestas de consumo en manos del marketing, c) se crea un individuo incapaz de producir y sin iniciativa de creatividad, y d) el ideal de emulación que consiste en hacer que las personas que tienen poco recursos consuman por encima de su capacidad.
Para una ética de consumo más racional, Adela nos propone en primer lugar, un consumo autónomo, en el cual la persona no puede ser esclavo del consumo sino un ser en auto- posesión de sí, en segundo lugar está el consumo justo, este propone un consumo moral arraigado a la libertad como legisladora universal del consumo, el corresponsable que implica un diálogo entre los consumidores y los potenciales para crear normas que asesoren a los consumidores, y por último el consumo felicitante, este lleva a la realización de la felicidad del individuo.

En fin, Adela Cortina quiere orientarnos sobre un consumo de manera ética, autónomo, justo, corresponsable y felicitante, estas propuesta van encaminada a entender el consumo no como medio para el placer sino como fines de mejorar la circunstancia de vida de las personas, ya que, en la actualidad las personas consumen por encima de su posibilidad y no por suplir una necesidad primaria, por lo que el marketing se empeña en mantener al ser humano en continua competitividad con los demás, y de este modo mantener a las personas en una constante ansiedad por adquirir lo mejor presentado por el mundo del mercado. En este libro hemos comprendido que una ética del consumo es más que una reflexión sobre la conducta honesta o deshonesta en un sistema de mercado ya constituido, lo cual busca que tanto el consumidor y el vendedor se comporten con honestidad. 

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